¡Todo por una bicicleta!
Hace ya varios meses, en una de ésas que Ulises regresó de vuelo ya no encontró su bicicleta; simplemente había desaparecido. Por lo visto alguien decidió que le gustaba mucho y se la llevó, a pesar de que tenía candado .
Como a las dos semanas, Ulises compró una bici plegable en la página de Groupon (venden un poco de todo, pero como logran que mucha gente compre el mismo producto en un cierto periodo tiene muy buenos precios) pero no le gustó mucho, en especial después de usar una bici de montaña que nos prestaron cuando estuvo de visita mi mamá.
Por coincidencia, en uno de los correos que me mandan de un círculo de lectura al que me inscribí (al que nunca he ido porque tengo la impresión que es más un asunto social con alcohol que uno intelectual...) anunciaban una bici igualita a la que nos habían prestado.
Ulises y Santi fueron a echarle un ojito; estaba el hijo de la dueña, quien les enseñó dos bicis que estaban a la venta y decidieron que querían las dos. Así empezó una serie de llamadas con la vendedora: que podía traer las bicis a Mui Wo al día siguiente, que se le había complicado el asunto, que nos las podía traer el fin de semana, que de plano ya no le contestaba las llamadas a Ulises. A fin de cuentas, Ulises también se desesperó y decidió dejar el asunto por la paz, aunque le había gustado mucho la bicicleta.
Total, la semana pasada llamé yo preguntando por la bici, a ver si por casualidad lograba yo que la vendiera. Bueno, pues aún las tenía y me dijo que me las podía traer al día siguiente. Me citó a las dos de la tarde enfrente de una escuelita, pero Ulises estaba segurísimo que la señora ésta nada más me estaba cotorreando e iba a llegar con las manos vacías.
Sabiendo lo que había pasado anteriormente, mi plan era verla y, si no traía nada, ir con ella hasta su casa en Cheng Sha (a unos 20 min de Mui Wo en coche) y no regresar sin la bicicleta. Los niños estaban intrigados cómo me iba a traer la bici a casa porque hay unas pendientes bastante empinadas en el camino. Pue aunque fuera empujándola cuando ya no pudiera yo con la subida, pero estaba dispuesta a no volver sin la bici.
Bueno, regresando a la historia: pasaron las dos de la tarde y, obviamente, no llegó la señora. Lo que me imaginé es que seguramente nos había citado ahí porque alguno de sus hijos va en la escuelita, asi que Ulises y yo esperamos disfrutando el sol y el calorcito hasta las 2:30, hora de la salida.
Como Ulises bien lo predijo, llegó con el coche cargado de miles de cosas menos con la bici. Seguimos entonces el plan B y conseguimos que nos llevara hasta su casa, aunque tuvimos que esperar a que fuera al super. Total, para no hacer el cuento largo, aunque queríamos las dos bicicletas que estaba vendiendo la señora, solamente pudimos comprarle una. Ya con el trato hecho y el dinero recibido, salió nuevamente de su casa para decirnos que siempre no, que se había arrepentido. En cuanto Ulises oyó eso, agarró su bici y se fue caminando calle abajo, mientras yo trataba de convencerla de que nos diera las dos.
Hubiera estado maravilloso tener las dos bicis porque Santiago necesita una nueva, la suya salió de muy mala calidad, pero al menos conseguimos la bicicleta que quería Ulises. Por cierto, él la estrenó luego, luego, viniendo en dos ruedas desde Cheunf Sha, mientras yo me regresaba en camioncito a la casa.
Aquí está la foto de la bici; para reducir la posibilidad de que alguien más le eche ojito y se la lleve, cubrimos la marca con pintura plateada.
Como a las dos semanas, Ulises compró una bici plegable en la página de Groupon (venden un poco de todo, pero como logran que mucha gente compre el mismo producto en un cierto periodo tiene muy buenos precios) pero no le gustó mucho, en especial después de usar una bici de montaña que nos prestaron cuando estuvo de visita mi mamá.
Por coincidencia, en uno de los correos que me mandan de un círculo de lectura al que me inscribí (al que nunca he ido porque tengo la impresión que es más un asunto social con alcohol que uno intelectual...) anunciaban una bici igualita a la que nos habían prestado.
Ulises y Santi fueron a echarle un ojito; estaba el hijo de la dueña, quien les enseñó dos bicis que estaban a la venta y decidieron que querían las dos. Así empezó una serie de llamadas con la vendedora: que podía traer las bicis a Mui Wo al día siguiente, que se le había complicado el asunto, que nos las podía traer el fin de semana, que de plano ya no le contestaba las llamadas a Ulises. A fin de cuentas, Ulises también se desesperó y decidió dejar el asunto por la paz, aunque le había gustado mucho la bicicleta.
Total, la semana pasada llamé yo preguntando por la bici, a ver si por casualidad lograba yo que la vendiera. Bueno, pues aún las tenía y me dijo que me las podía traer al día siguiente. Me citó a las dos de la tarde enfrente de una escuelita, pero Ulises estaba segurísimo que la señora ésta nada más me estaba cotorreando e iba a llegar con las manos vacías.
Sabiendo lo que había pasado anteriormente, mi plan era verla y, si no traía nada, ir con ella hasta su casa en Cheng Sha (a unos 20 min de Mui Wo en coche) y no regresar sin la bicicleta. Los niños estaban intrigados cómo me iba a traer la bici a casa porque hay unas pendientes bastante empinadas en el camino. Pue aunque fuera empujándola cuando ya no pudiera yo con la subida, pero estaba dispuesta a no volver sin la bici.
Bueno, regresando a la historia: pasaron las dos de la tarde y, obviamente, no llegó la señora. Lo que me imaginé es que seguramente nos había citado ahí porque alguno de sus hijos va en la escuelita, asi que Ulises y yo esperamos disfrutando el sol y el calorcito hasta las 2:30, hora de la salida.
Como Ulises bien lo predijo, llegó con el coche cargado de miles de cosas menos con la bici. Seguimos entonces el plan B y conseguimos que nos llevara hasta su casa, aunque tuvimos que esperar a que fuera al super. Total, para no hacer el cuento largo, aunque queríamos las dos bicicletas que estaba vendiendo la señora, solamente pudimos comprarle una. Ya con el trato hecho y el dinero recibido, salió nuevamente de su casa para decirnos que siempre no, que se había arrepentido. En cuanto Ulises oyó eso, agarró su bici y se fue caminando calle abajo, mientras yo trataba de convencerla de que nos diera las dos.
Hubiera estado maravilloso tener las dos bicis porque Santiago necesita una nueva, la suya salió de muy mala calidad, pero al menos conseguimos la bicicleta que quería Ulises. Por cierto, él la estrenó luego, luego, viniendo en dos ruedas desde Cheunf Sha, mientras yo me regresaba en camioncito a la casa.
Aquí está la foto de la bici; para reducir la posibilidad de que alguien más le eche ojito y se la lleve, cubrimos la marca con pintura plateada.
Que mala onda de la señora en ser tan decidiosa y no decidir en vender o no las bicicletas que anunció desde un principio. Aunque por lo menos Ulises pudo conseguir la suya. Por cierto, me causa extrañeza que se hayan robado su bicicleta original, uno pensaría que Hong Kong está excento de tales detalles.
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