Reflexiones

Estaba viendo que desde enero no he escrito nada en el blog. Varias veces me he sentado frente a la pantalla de la computadora pero simplemente no me inspiro. Escribo y leo, borro y corrijo, lo dejo reposar unos días y de todas maneras no me gusta lo que he escrito. Muy superficial, muy simple, muy soso... yo qué sé cuántos adjetivos negativos uso para mis escritos; simplemente no encuentro mi voz.
En inglés le llaman "writer's block", tendré que buscar la expresión correspondiente en español.

También, ahora que nuevamente hace frío, más que estar sentada enfrente de la pantalla con los pies congelados se me antoja acurrucarme en el sofá bajo una deliciosa cobija calientita, leyendo un buen libro, con un rico Hong Kong Milk Tea al lado. ¿Qué he estado leyendo? Walking Home from Mongolia, cuyo autor vive en Mui Wo. Vale la pena seguir el relato de cómo vino caminando desde Mongolia hasta Hong Kong, un recorrido de 3,000 millas (unos 4,800 kilómetros).

Además, estuvimos ocupados: Vino de visita Ana Paula de Suiza para el Año Nuevo Chino. Sus vacaciones entre los semestres coincidieron con los festejos y días libres de Hong Kong, así que aprovechó para volver a casa. Casi tres semanas estuvo con nosotros y obviamente anduvimos para arriba y abajo con ella. Al principio le tocaron unos días hermosos, con mucho sol y cielo azul (bueno, lo que le decimos azul por acá porque siempre hay mucha contaminación); se tuvo que prestar ropa de su hermana porque traía más bien cosas para frío. Hasta nos fuimos a la playa de Cheung Sha un sabadito a tomar el sol.

Ya los últimos días cambió el clima, se puso frío y lluvioso pero aún así disfrutamos mucho. La llevamos a comer dim sum, el puerco con arroz (cha siu faan) del mercado, fuimos a Mui Wo donde probamos un restaurante nuevo... Pero los detalles de la visita los dejo para otra entrada al blog; así también puedo subir fotos.

Aparte, desde diciembre tengo tres nuevos alumnos para tutoriales de español. No recuerdo si en algún momento escribí que desde que nos mudamos a Tung Chung doy clases de regularización en español a un chico de la YMCA, quien viene dos veces por semana en cuanto termina la escuela. Con él repaso lo visto en clases y practico una y otra vez la conjugación. Por ejemplo, le cuesta trabajo recordar que se dice yo juego en vez de yo jugo (Quisiera preguntarle: ¿De manzana o de zanahoria con apio?, pero no estoy segura si me entendería.)

Uno de mis alumnos nuevos, Nik, es de la India y aprendió español con una profesora mexicana cuando aún vivía en Singapur. Ahora que está en Hong Kong ha seguido con las clases en la escuela, el Discovery College, pero Nik va adelantado en comparación con sus compañeros. El objetivo de mis clases es que mantenga y mejore su español. Aunque habla muy bien aún hay temas básicos que no ha visto, como conjugar en el pasado y el futuro (o sea, que el chico vive en el presente cuando habla español).

A principios de año, el profesor de asignatura les pidió que eligieran una receta de un país hispanoparlante para presentarla al grupo y Nik eligió ¡un burrito! Me daba el infarto pero no lo pude convencer de buscar algo más típico de México. Lo divertido estuvo a la hora de la traducción, ya que el profesor había indicado que buscaran la receta en inglés y luego la tradujeran. 

(Pequeño paréntesis: a los maestros en Hong Kong les encanta que los alumnos traduzcan oraciones y textos, que a mí no se me hace muy útil porque tienden a usar la estructura gramatical del inglés al hablar o escribir español.) 

Obviamente el chico usó Google translate y salieron frases como cuchara el relleno en la masa filo (spoon the filling into the phyllo dough). Y no les cuento toodos los ingredientes raros que pedían; basta con saber que usaban pasta filo (la de los dedos de novia) para hacer el burrito. Por lo menos lo convencí de cambiar la masa por tortillas de harina y le regalé una latita de chipotles adobados que tenía en casa.

Los otros dos chicos son hermanos, de 9 y 12 años. Aunque la familia es inglesa, vivieron seis años en España y todos, incluso los padres, hablan un español casi perfecto. Me encanta darles clase, leemos mucho, entre ellos la revista Algarabía Niños que les fascina; escriben historias, cuentos, resúmenes; repasamos reglas de ortografía; vemos videos y escuchamos canciones. La verdad me divierto mucho con ellos dos, en especial con el menor que es muy simpático y muuuy hablador.

El otro día me encontré con su mamá en el centro comercial y me pidió que lo alentara a hablar en español porque cuando se contactaba vía Skype con su amigo Javi en Sevilla no decía ni media palabra. El problema no es el idioma sino la tecnología, ¡jaja! Pero bueno, al cliente lo que pida así que al final de la clase nos tomamos un tiempo para buscar temas y preguntas que el chico le puede hacer a su amigo español cuando hablen por Skype.

También sigo activa en la Swiss Association of Hong Kong como coordinadora de eventos. Enero y febrero son más bien tranquilos por el año nuevo y el año nuevo chino, pero de marzo en adelante hay varias actividades: el Raclette in the Park; la asamblea general anual; un día de BBQ en la playa. Lo bueno es que hay otros dos voluntarios, así que nos apoyamos y dividimos el trabajo de acuerdo a la disponibilidad de cada uno.

Por último, en enero metí mi currículum a la escuela de los niños porque están buscando una maestra de español de medio tiempo para el siguiente ciclo escolar. Hace dos semanas, cuando ya ni me acordaba, me enviaron un correo para invitarme a una entrevista. Me dio mucho gusto y un montón de susto al mismo tiempo. ¡Ya ni recuerdo cuándo fue la última vez que me entrevistaron para un puesto!

Bueno, llegué muy arregaldita el sábado por la mañana a la cita y ya estaba otro señor esperando su turno. Era español, y de reojo ví que llenó sus papeles con muchos datos, en especial la parte de la experiencia laboral, lo que me desanimó un poco. El pasó primero y se tardaron unos 45 minutos en entrevistarlo. Mientras yo esperaba mi turno, llegaron los otros dos candidatos: un joven británico y una señora española. De los cuatro, yo era la única vestida formalmente, lo que me sorprendió bastante. Hubiera esperado que los señores vistieran traje y corbata, no pantalones de pana o de mezclilla.

En fin, cuando pasé ví que eran cuatro personas a las que debía presentar mi proyecto y deseos de dar clases de español: el director del colegio; la directora del área de lenguas; la profesora titular de español y el director de ciencias.

Bueno, para no hacer el cuento largo, me hablaron para ofrecerme el trabajo:
Dar clases de español a un grupo de seis a ocho alumnos de tercero de secundaria. En total son seis clases de 40 minutos a la semana; por lo general son dos días con clases dobles y dos días de clases sencillas, así que tendré que ir cuatro días a la semana. Lo bueno es que vivimos tan cerca de la escuela que me puedo ir caminando. Ya les contaré en septiembre cómo me va de profesora de español.






Comments

  1. Muchas felicidades por tu trabajo! Te deseo lo mejor , seguramente te va a ir muy bien!

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