Davao City
A finales de octubre Ulises tuvo unos días libres que coincidieron con la semana de vacaciones de otoño en la escuela, así que aprovechamos para visitar a Andrea en Davao y conocer la escuela y la clínica en la que hace sus prácticas.
Las primeras semanas después de que llegó Andrea a las Filipinas se enfocaron más en clases de idiomas que en teoría sobre la partería. En la isla de Mindanao no se habla tagalog como en el resto de las Filipinas sino cebuano.
El primer día que llegamos nos sentimos un poco alarmados cuando nos subimos al taxi y depués de que Andrea le diera la dirección el taxista contestara con "o-o", así como cuando en México queremos expresar sopresa/preocupación. Yo ya me imaginaba que -como de repente nos pasa por acá- el taxista le quería hacer saber que no nos podría llevar, o que no cabían cinco pasajeros en su coche o algo similar.
Pero por allá ese sonido significa que sí.
Ulises y los chicos se quedaron en un hotelito cerca de la clínica, mientras que yo compartí recámara con Andrea en su departamento.
No avanzo con este texto porque tenemos puesta una estación en intenet con puros danzones que me transportan a México, al viaje que hicimos hace muchos años a Veracruz, Tlacotalpan y Catemaco, al centro de Cuernavaca donde se reúne la gente en la plaza frente a Correo Central a bailar por las tardes...
Regresando a nuestro viaje a aquella antigua colonia española en Asia:
El día en que llegamos, después de dejar las maletas en el hotel, fuimos a un centro comercial que se encuentra cerca de donde vive Andrea para cenar algo. No habíamos visto mucho de las ciudad pero aún así nos sorpendió lo grande y elegante que era el centro comercial, contrastando mucho con las casas y avenidas que habíamos visto en el camino del aeropuerto. Por razones de seguridad, en todos los malls en las entradas hay guardias que revisan las mochilas y bolsas, y también hay que pasar por un detector de metales. Encontramos un restaurante muy rico donde comimos unos mariscos deliciosos.
El día siguiente lo pasamos en la isla de Samal, a escasos cinco minutos en barco frente a la ciudad, que es donde están las playas. Igual que en México, paga uno la entrada al hotel para tener derecho a estar en la playa y usar las instalaciones. Cuando llegamos, la marea estaba muy baja así que no se antojaba mucho meterse al agua, pero ya más tarde aprovechamos y nadamos un rato. (No dejen de ver las fotos, al final hay un enlace.)
Los mariscos, aunque los preparen de manera diferente que en México, estuvieron deliciosos. Tienen algo parecido al ceviche que se llama kinilaw,y también pedimos camarones al ajillo, mejillones y calamares y unos deliciosos cocos de agua.
Pero lo mejor de la hora de la comida fue el trío calavera que agasajaba a los visitantes del resort: cante y cante recorrieron el repertorio de boleros latinoamericanos ¡todos cantados en español! Bésame mucho, Perfidia, El Reloj, Noche de Ronda, No Sé Tú, La Barca, Saber A Mí... ¡Cuántos recuerdos que se mezclaron con nuevas experiencias! Pero ya escribiré más sobre nuestro viaje más adelante, me acabo de dar cuenta que se me está pasando la hora de comer, con razón andaba inquieta, jeje.
Enlace a las fotos del viaje
Las primeras semanas después de que llegó Andrea a las Filipinas se enfocaron más en clases de idiomas que en teoría sobre la partería. En la isla de Mindanao no se habla tagalog como en el resto de las Filipinas sino cebuano.
El primer día que llegamos nos sentimos un poco alarmados cuando nos subimos al taxi y depués de que Andrea le diera la dirección el taxista contestara con "o-o", así como cuando en México queremos expresar sopresa/preocupación. Yo ya me imaginaba que -como de repente nos pasa por acá- el taxista le quería hacer saber que no nos podría llevar, o que no cabían cinco pasajeros en su coche o algo similar.
Pero por allá ese sonido significa que sí.
Ulises y los chicos se quedaron en un hotelito cerca de la clínica, mientras que yo compartí recámara con Andrea en su departamento.
No avanzo con este texto porque tenemos puesta una estación en intenet con puros danzones que me transportan a México, al viaje que hicimos hace muchos años a Veracruz, Tlacotalpan y Catemaco, al centro de Cuernavaca donde se reúne la gente en la plaza frente a Correo Central a bailar por las tardes...
Unas mecedoras "para viejitos". No pudimos resisitir sentarnos, jeje. |
El día en que llegamos, después de dejar las maletas en el hotel, fuimos a un centro comercial que se encuentra cerca de donde vive Andrea para cenar algo. No habíamos visto mucho de las ciudad pero aún así nos sorpendió lo grande y elegante que era el centro comercial, contrastando mucho con las casas y avenidas que habíamos visto en el camino del aeropuerto. Por razones de seguridad, en todos los malls en las entradas hay guardias que revisan las mochilas y bolsas, y también hay que pasar por un detector de metales. Encontramos un restaurante muy rico donde comimos unos mariscos deliciosos.
Cuando hay agua de coco, ¡no la perdono! |
Listo para probar el famosísimo durián. |
Pero lo mejor de la hora de la comida fue el trío calavera que agasajaba a los visitantes del resort: cante y cante recorrieron el repertorio de boleros latinoamericanos ¡todos cantados en español! Bésame mucho, Perfidia, El Reloj, Noche de Ronda, No Sé Tú, La Barca, Saber A Mí... ¡Cuántos recuerdos que se mezclaron con nuevas experiencias! Pero ya escribiré más sobre nuestro viaje más adelante, me acabo de dar cuenta que se me está pasando la hora de comer, con razón andaba inquieta, jeje.
Enlace a las fotos del viaje
Qué interesante! Lo más impresionante es el "mais con yelo", seguro usan mucho vocabulario español en sus idiomas locales.
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