Ratos de ocio
De repente, cuando estoy sola en casa y tengo muchas horas vacías por delante, me pongo a cocinar.
En esta ocasión, decidí preparar unos panecillos (les petits pains marocains) y unos roles de canela.
La primera receta me la compartió Jorge Arturo, hace ya muchos años, cuando vivimos en la Comunidad del Arca en Saint Antoine L'Abbaye (Francia). En aquella época, Jorge Arturo era el encargado de hacer el pan para toda la comunidad, y tenía además un recetario con recetas sencillas, sabrosas e illustradas paso a paso. Así que saqué copias de las que más me interesaban, y ahora forman parte de mi recetario personal.
Los ingredientes básicos para hacer pan son solamente harina, sal, agua y levadura. Creo que no hace falta decir que en mi alacena siempre podrán encontrar varios tipos de harina, ya sea blanca, integral, o de centeno, además de una latita con levadura seca.
La receta que hice el otro día lleva además mantequilla derretida, y antes de hornear los panes se barnizan con huevo batido para darles brillo.
Una vez medidos y pesados los ingredientes, toca la parte más intensa: amasar todo. Como hace cuatro años compré una máquina para hacer pan porque aún no teníamos horno en el depa al que nos habíamos mudado. En apariencia todo es muy sencillo: solamente pones los ingredientes en el orden correcto (de vital importancia), eliges el programa correspondiente y esperas tres horas a que el aparatejo termine de mezclar, amasar, dejar levar y hornear.
Para serles sincera, no me convenció la máquina. El sabor y la consistencia del pan no se parecen al hecho en un horno tradicional, además que el aparato era muy ruidoso. ¡Oh, decepción! A pesar de que se podía programar para que iniciara en la madrugada, por ejemplo, nada de pan calientito a la hora del desayuno. El ronroneo del motor nos hubieraas despertado mucho antes de que estuviera listo el pan.
Obviamente este problema no se daría en una casa mexicana, pero en un departamento hongkongés, donde la cocina está a escasos dos metros de la puerta de la recámara, hace mucha diferencia.
Ya que la masa ha levado hay que formarla; algo que me gusta mucho de la masa de pan es que puedo darle la forma que quiera. Según el antojo puedo hacer bollitos, o una bola grande como de pan de campo, o más bien estirarla hasta que quede una barra... En esta ocasión seguí la receta e hice bollitos.
¡Listo! Así quedaron los panecillos, que luego nos cenamos con jamón y queso. Como esta receta lleva solamente una levada, el pan es bastante compacto, pero de sabor queda muy sabroso.
Ya entrada en gastos, decidí también hacer pan dulce, y elegí preparar roles de canela. Lo malo de hacer algo tan sabroso es que normalmente no dura más de dos días antes de que se haya esfumado la última pieza, jeje.
Si ya les dio antojo de pan, pues tendrán que darse una vuelta a su panadería favorita a comprar bolillos y teleras, conchas, orejas, besos y garibaldis.
(¡Ah, cómo extraño el pan de México!)
En esta ocasión, decidí preparar unos panecillos (les petits pains marocains) y unos roles de canela.
La primera receta me la compartió Jorge Arturo, hace ya muchos años, cuando vivimos en la Comunidad del Arca en Saint Antoine L'Abbaye (Francia). En aquella época, Jorge Arturo era el encargado de hacer el pan para toda la comunidad, y tenía además un recetario con recetas sencillas, sabrosas e illustradas paso a paso. Así que saqué copias de las que más me interesaban, y ahora forman parte de mi recetario personal.
Los ingredientes básicos para hacer pan son solamente harina, sal, agua y levadura. Creo que no hace falta decir que en mi alacena siempre podrán encontrar varios tipos de harina, ya sea blanca, integral, o de centeno, además de una latita con levadura seca.
La receta que hice el otro día lleva además mantequilla derretida, y antes de hornear los panes se barnizan con huevo batido para darles brillo.
Una vez medidos y pesados los ingredientes, toca la parte más intensa: amasar todo. Como hace cuatro años compré una máquina para hacer pan porque aún no teníamos horno en el depa al que nos habíamos mudado. En apariencia todo es muy sencillo: solamente pones los ingredientes en el orden correcto (de vital importancia), eliges el programa correspondiente y esperas tres horas a que el aparatejo termine de mezclar, amasar, dejar levar y hornear.
Para serles sincera, no me convenció la máquina. El sabor y la consistencia del pan no se parecen al hecho en un horno tradicional, además que el aparato era muy ruidoso. ¡Oh, decepción! A pesar de que se podía programar para que iniciara en la madrugada, por ejemplo, nada de pan calientito a la hora del desayuno. El ronroneo del motor nos hubieraas despertado mucho antes de que estuviera listo el pan.
Obviamente este problema no se daría en una casa mexicana, pero en un departamento hongkongés, donde la cocina está a escasos dos metros de la puerta de la recámara, hace mucha diferencia.
Ya que la masa ha levado hay que formarla; algo que me gusta mucho de la masa de pan es que puedo darle la forma que quiera. Según el antojo puedo hacer bollitos, o una bola grande como de pan de campo, o más bien estirarla hasta que quede una barra... En esta ocasión seguí la receta e hice bollitos.
¡Listo! Así quedaron los panecillos, que luego nos cenamos con jamón y queso. Como esta receta lleva solamente una levada, el pan es bastante compacto, pero de sabor queda muy sabroso.
Ya entrada en gastos, decidí también hacer pan dulce, y elegí preparar roles de canela. Lo malo de hacer algo tan sabroso es que normalmente no dura más de dos días antes de que se haya esfumado la última pieza, jeje.
Si ya les dio antojo de pan, pues tendrán que darse una vuelta a su panadería favorita a comprar bolillos y teleras, conchas, orejas, besos y garibaldis.
(¡Ah, cómo extraño el pan de México!)
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