Año Nuevo Chino
El año nuevo chino se celebra en grande, al menos tres días de festejos y diez días de vacaciones. Otra vez, como escribe Nico:
Vacaciones llegaron otra vez. Esta vez de año nuevo chino.Yo (Nico) salí de vacaciones el jueves 19 y mis hermanos el viernes 21. Como el jueves mi mamá fue a un curso de lectura en frances y mis hermanos tenían escuela mi papá y yo nos quedamos todo el día en la casa solitos. Yo me puse a leer un libro llamado The Mysterious Benedict Society and The Perilous Journey. Después de un rato nos fuimos a comer a un restaurante chino muy rico. Acabando de comer llego mi mamá que no había comido. En la tarde llego mi hermano a la casa y mis hermanas habían ido a comprar stabilos (Nota: un tipo de plumones de punta fina).
El viernes 20 mis hermanas y mi mamá fueron a Shenzhen y otra vez mi papá y yo nos quedamos solitos (mi hermano fue a la escuela). Como a las 11:30, mi papá me pidió que buscara un hiking trail de Mui Wo a Pui O. Cuando no lo encontre nos fuimos a un trial que yo no había ido pero mi papá si. Nos llevamos una mochila con agua y un libro de la biblioteca. De vez en cuando nos paramos a yo a leer y mi papá a disfrutar el sol. despues de como 2 horas de caminar (parandonos) decidimos regresarnos sin pararnos. Llegando a Mui Wo comimos en Mcdonalds ಠ_ಠ y nos encontramos a un amigo de mi papá.
La noche del 22 al 23 de enero, al punto de la medianoche, empezaron los cuetes. ¡Impresionante! Soltaron como una tonelada al mismo tiempo, era un escándalo fuertísimo como si solamente hubieran tronado palomas o cuetes de ese calibre, hasta Ocotepec se queda corto.
Al día siguiente, lunes, a media mañana me di una vuelta por el púeblo. Todo estaba cerrado, ni una sola tienda, ningún restaurante. Aunque podías entrar al mercado, no había ni un solo puesto ofreciendo sus productos.
Al día siguiente, lunes, a media mañana me di una vuelta por el púeblo. Todo estaba cerrado, ni una sola tienda, ningún restaurante. Aunque podías entrar al mercado, no había ni un solo puesto ofreciendo sus productos.
Entre las actividades organizadas por el gobierno y diferentes empresas para festejar, 23 por la noche presentaron un desfile por las calles de Kowloon con carros alegóricos y espectáculos como porristas, bailarines y acróbatas, entre otros. Los niños tenían ganas de ir pero hacía mucho frío y no se nos antojaba estar parados afuera por tres o cuatro horas.
Mejor lo vimos por televisión, sentaditos el el sofá, tapados con nuestra cobijita y disfrutando de un chocolatito caliente.
Además, ese día por la tarde había venido una amiga que tiene tres hijos adoptados. Las dos chicas tienen doce años y son tailandesas. Una está en la escuela con Santi; la otra que está en la escuela de Nico tuvo que repetir un grado porque no hablaba suficiente inglés cuando llegó a Hong Kong. Kodie, el niño, tiene siete años y está en la primaria internacional.
Mientras Sharon y yo nos fuimos a dar una vuelta enorme por todo Mui Wo caminando, los niños aprovecharon para dar vueltas y vueltas en bicicleta, explorando todos los caminitos que hay por acá.
Para el martes 24 teníamos un plan increíble: una amiga mexicana rentó un barco para ir a ver los fuegos artificiales desde Victoria Harbour esa noche.
Como unos quince días nos había llamado Yrene para proponernos el paseo, el único detalle era juntar a otras 18 personas para poder llenar el barco y dividir el costo entre todos. Total que ella y yo invitamos a diferentes amigos para que nos acompañaran y pasarnos una noche increíble.
De todos a los que avisamos, al final se apuntaron Narelle y sus dos hijos, Emma y Matthew, vecinos nuestros, y Sandra y sus hijos, Nadine y David. Los esposos de ambas también son pilotos pero para Cathay Pacific; ese día tuvieron vuelo.
A las 4:40 nosotros seis junto con Narelle y sus chicos tomamos nuestro ferry hacia Central, donde el punto de reunión era el muelle número 9 a las 5:30 en punto. En el camino veníamos un poco preocupados porque había comenzado a llover y temíamos que fueran a cancelar todo por la lluvia, pero en Central el clima estaba mejor.
En el muelle nos encontramos con Sandra y sus chicos y el resto de los pasajeros. También estaba un barco precioso, que nos encantó a Andrea y a mí, al estilo de las viejas embarcaciones chinas, los junks, con faroles rojos colgados iluminando la borda. El nuestro era mucho más sencillo pero no por eso disfrutamos menos.
Como el show comenzaba hasta las 8, el capitán del barco primero nos llevó a dar una vuelta por el puerto y luego buscó un lugarcito tranquilo para que pudiéramos cenar. Este lugarcito protegido de las olas era en la zona del puerto de carga, estábamos parados a un lado de los contenedores y de las grúas para moverlos. Al principio nos dio un poco de cosa, pero creo que fue un muy buen lugar para cenar sin marearnos.
Por cierto que cada familia llevó un platillo para compartir y la verdad todo estuvo delicioso: picadillo, arroz, sushi, sandwiches, ensalada de cous-cous, panes con pasta de camarón gratinados, papitas y totopos para botanear... Para combatir el viento frío preparamos chocolate caliente y para los adultos había vino tinto.
Ya hacia las 7:30, el capitán enfiló el barco hacia la parte central del puerto colocándose en primera fila. Frente a nosotros ya solo estaba el barco patrulla marcando el límite de la zona restringida así que tuvimos una vista increíble hacia los fuegos artificiales.
No sé cuánto tiempo duró la explosión de colores en el cielo, al menos fueron 20 minutos de estrellas y esferas verdes, moradas, rojas, doradas. ¡Increíble!
Una vez terminado el espectáculo, le dimos otra vuelta al puerto; los grande platicamos y los chicos se metieron en la cabina, unos para jugar Uno y otros para entretenerse con los juegos de un Ipad.
Cansados y muy contentos tomamos el ferry de las 9:40 de regreso a casa.
Haciendo click aquí encontrarán un montón de fotos más...
Mejor lo vimos por televisión, sentaditos el el sofá, tapados con nuestra cobijita y disfrutando de un chocolatito caliente.
Además, ese día por la tarde había venido una amiga que tiene tres hijos adoptados. Las dos chicas tienen doce años y son tailandesas. Una está en la escuela con Santi; la otra que está en la escuela de Nico tuvo que repetir un grado porque no hablaba suficiente inglés cuando llegó a Hong Kong. Kodie, el niño, tiene siete años y está en la primaria internacional.
Mientras Sharon y yo nos fuimos a dar una vuelta enorme por todo Mui Wo caminando, los niños aprovecharon para dar vueltas y vueltas en bicicleta, explorando todos los caminitos que hay por acá.
Para el martes 24 teníamos un plan increíble: una amiga mexicana rentó un barco para ir a ver los fuegos artificiales desde Victoria Harbour esa noche.
Como unos quince días nos había llamado Yrene para proponernos el paseo, el único detalle era juntar a otras 18 personas para poder llenar el barco y dividir el costo entre todos. Total que ella y yo invitamos a diferentes amigos para que nos acompañaran y pasarnos una noche increíble.
De todos a los que avisamos, al final se apuntaron Narelle y sus dos hijos, Emma y Matthew, vecinos nuestros, y Sandra y sus hijos, Nadine y David. Los esposos de ambas también son pilotos pero para Cathay Pacific; ese día tuvieron vuelo.
A las 4:40 nosotros seis junto con Narelle y sus chicos tomamos nuestro ferry hacia Central, donde el punto de reunión era el muelle número 9 a las 5:30 en punto. En el camino veníamos un poco preocupados porque había comenzado a llover y temíamos que fueran a cancelar todo por la lluvia, pero en Central el clima estaba mejor.
En el muelle nos encontramos con Sandra y sus chicos y el resto de los pasajeros. También estaba un barco precioso, que nos encantó a Andrea y a mí, al estilo de las viejas embarcaciones chinas, los junks, con faroles rojos colgados iluminando la borda. El nuestro era mucho más sencillo pero no por eso disfrutamos menos.
Como el show comenzaba hasta las 8, el capitán del barco primero nos llevó a dar una vuelta por el puerto y luego buscó un lugarcito tranquilo para que pudiéramos cenar. Este lugarcito protegido de las olas era en la zona del puerto de carga, estábamos parados a un lado de los contenedores y de las grúas para moverlos. Al principio nos dio un poco de cosa, pero creo que fue un muy buen lugar para cenar sin marearnos.
Por cierto que cada familia llevó un platillo para compartir y la verdad todo estuvo delicioso: picadillo, arroz, sushi, sandwiches, ensalada de cous-cous, panes con pasta de camarón gratinados, papitas y totopos para botanear... Para combatir el viento frío preparamos chocolate caliente y para los adultos había vino tinto.
Ya hacia las 7:30, el capitán enfiló el barco hacia la parte central del puerto colocándose en primera fila. Frente a nosotros ya solo estaba el barco patrulla marcando el límite de la zona restringida así que tuvimos una vista increíble hacia los fuegos artificiales.
No sé cuánto tiempo duró la explosión de colores en el cielo, al menos fueron 20 minutos de estrellas y esferas verdes, moradas, rojas, doradas. ¡Increíble!
Una vez terminado el espectáculo, le dimos otra vuelta al puerto; los grande platicamos y los chicos se metieron en la cabina, unos para jugar Uno y otros para entretenerse con los juegos de un Ipad.
Cansados y muy contentos tomamos el ferry de las 9:40 de regreso a casa.
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