Clase de pintura china
Una buena mañana llegó un recadito de mi amiga Linda proponiendo que todas juntas fuéramos a tomar clase de pintura china. A todas se nos hizo genial la idea y de volada nos apuntamos para ir cuatro lunes seguidos a casa de Chau, la profesora.
Llegando, llegando, Chau nos recibía con una taza de té chino para cada una para ambientarnos mientras nos iba explicando lo que íbamos a hacer ese día.
La primera sesión se enfocó en aprender a manejar el pincel, practicar trazos gruesos y finosy jugar con diferentes concentraciones de tinta china.
Poco a poco fuimos dibujando cosas más complicadas: peces y gatos, flores y árboles, caballos y bueyes...
También aprendimos a escribir nuestro nombre con caracteres chinos. Las de nombre un poco más largo -como el mío- la tuvimos un poco más difícil porque es un símbolo por cada sílaba, en mi caso eran tres jeroglíficos que olvidé en cuanto salí de la casa de la profesora.
La última sesión nos atrevimos a pintar algo más complejo: unas montañas con cascada y río. Entre risas y desesperación por nuestra falta de práctica (en mi caso más bien de talento), logramos terminar la obra de arte propuesta por la profesora.
Pintar con tinta china suena fácil, pero es todo un arte lograr la dilución deseada del negro. Si el pincel está demasiado mojado, la tinta se va esparciendo y en vez de una raya acabas con un óvalo o un círculo o algo parecido a un pulpo. Si no diluyes bien la tinta en vez de una sombra vas a tener una exclamación en el papel. Y el pincel se sostiene completamente vertical sobre el papel, casi sin apoyar la muñeca en la mesa, totalmente diferente a como sostenemos normalmente un pincel o una pluma.
Saliendo de la última clase fuimos a comer a un restuarante tailandés en Discovery Bay; por un lado festejábamos el cumpleaños de una del grupo, Mariana, y por el otro celebramos haber aprendido algo nuevo que fue un verdadero reto.
Concentradas |
Una sonrisita, por favor |
Chau, nuestra profesora, está del lado izquierdo de la foto. Los cuadros en la pared también son obra suya. |
Poco a poco fuimos dibujando cosas más complicadas: peces y gatos, flores y árboles, caballos y bueyes...
No me veo muy convencida con los resultados, jeje. |
También aprendimos a escribir nuestro nombre con caracteres chinos. Las de nombre un poco más largo -como el mío- la tuvimos un poco más difícil porque es un símbolo por cada sílaba, en mi caso eran tres jeroglíficos que olvidé en cuanto salí de la casa de la profesora.
La última sesión nos atrevimos a pintar algo más complejo: unas montañas con cascada y río. Entre risas y desesperación por nuestra falta de práctica (en mi caso más bien de talento), logramos terminar la obra de arte propuesta por la profesora.
Pintar con tinta china suena fácil, pero es todo un arte lograr la dilución deseada del negro. Si el pincel está demasiado mojado, la tinta se va esparciendo y en vez de una raya acabas con un óvalo o un círculo o algo parecido a un pulpo. Si no diluyes bien la tinta en vez de una sombra vas a tener una exclamación en el papel. Y el pincel se sostiene completamente vertical sobre el papel, casi sin apoyar la muñeca en la mesa, totalmente diferente a como sostenemos normalmente un pincel o una pluma.
Saliendo de la última clase fuimos a comer a un restuarante tailandés en Discovery Bay; por un lado festejábamos el cumpleaños de una del grupo, Mariana, y por el otro celebramos haber aprendido algo nuevo que fue un verdadero reto.
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