Reciclaje (por no decir que ando pepenando la basura, jeje)

En un día cualquiera, los muebles
esperando al camión de la basura.

Como saben, muy cerca de nuestro poblado hay una unidad habitacional, Yat Tung Estate, conformada por unos 25 rascacielos. Ahí voy de compras, tanto al mercado como al centro comercial donde están el supermercado, dos papelerías, dos farmacias y otras tiendas diversas. 

En una de las esquinas de la unidad habitacional se encuentra el depósito central de basura, donde se vacían y lavan los contenedores, se recibe el reciclaje y donde la gente deja sus muebles viejos para que se los lleven al tiradero. A mí siempre me sorprende la cantidad de sofás despanzurrados, libreros incompletos, sillas sin patas y colchones que hay tirados ahí. Parece como si los muebles también entraran en la categoría de "úsese y tírese".

Hace algunas semanas, camino a la misa vi a un señor que llevaba un sillón de IKEA en su carrito, dirigiéndose hacia el depósito de basura. De lo que pude ver desde la bicicleta, el sillón estaba en buen estado, sin la tela rasgada o la madera rota.

En este estado encontramos
el sillón.

Supuse que no tardaría mucho antes de que alguien se lo llevara, así que me dije: "Si sigue ahí cuando regresemos, me paro a ver si vale la pena rescatarlo."

Bueno, no sólo fuimos a misa sino también a almorzar dim sum con nuestros amigos antes de pasar nuevamente por donde están los muebles y ¡ahí seguía el sillón! Ulises y yo nos paramos, lo revisamos por todos lados, vimos que sólamente necesitaba un poco de TLC como dicen por acá: Tender, loving care. El forro lo eché a la lavadora con un chorrito de cloro y la madera la limpiamos con un trapo húmedo antes de ponerle Pledge.

Así fue como quedó el sillón: 
Aunque con el cloro se demanchó la tela, preferí cubrir el forro con una cobija roja para protegerla, además que el rojo combina mejor con el resto de nuestros muebles.

¡Et voilá!