Mongolia, Parte Dos
Ni un momento desparovechado =) |
Nuestro primer día de actividades comenzó con el desayuno continental que repetiríamos cada mañana: café o té acompañado de pan tostado con mantequilla y mermelada. Después partimos hacia uno de los dos centros comunitarios establecidos por Flourishing Future, a unos diez minutos del hotel.
Las actividades iniciaron con las presentaciones del equipo de Flourishing Future y de los visitantes de Hong Kong. Luego nos dieron una brevísima introduccion a las reglas básicas de conducta en Mongolia:
- Nada de pisotones, si pisas a alguien por error debes darle la mano inmediatamente y disculparte porque significa que quieres pelear con el otro.
- Tampoco está bien visto tocarle la cabeza a los niños.
- La mayoría de los gers tienen uno o varios perros de guardia, adiestrados para defender su territorio de extraños, asi que nada de acercarse a ellos y tratar de acariciarlos.
-Hay que quitarse los zapatos al entrar a un ger.
- Dentro de un ger no se debe pasar entre los dos postes que sostienen el techo, ya que significa que estás separando a la pareja.
También intentaron enseñarnos cómo decir buenos días y cómo despedirnos en mongol, aunque creo que yo fui caso perdido: más tardé en salir por la puerta que en mezclar todas las palabras. (Cometi el error de no apuntar las palabras nuevas.) =(
Una vez divididos en equipos comenzamos con el taller para sensibilizarnos acerca de la realidad que viven las personas en extrema pobreza.
Los rusos trajeron el alfabeto cirílico - | y el alcohol. |
Ya con el mandado en mano fuimos a un ger donde nos enfrentamos con otra realidad: Debíamos imaginar que éramos una familia compuesta por una madre soltera con cuatro hijos. Uno de ellos requiere medicamentos para la epilepsia. Otro ha sido invitado a participar en un curso de matemáticas que tiene un costo y además hay que comprar los libros, y al mismo tiempo le han ofrecido un trabajo de tiempo completo. El sueldo de la madre no cubre siquiera los gastos normales de renta del ger, luz, agua, comida y medicinas. ¿Qué hacer? ¿Educación para el hijo o sobrevivencia para la familia? Nada fácil de decidir. Una solución a la que llegan muchas familias es compartir el ger con otra familia para reducir gastos, lo que da pie a abusos de todo tipo, en especial que la tasa de alcoholismo es muy alta. Esto lleva a que muchos niños vivan en la calle, ya que prefieren salirse de sus casas.
Pero eso no fue lo único que nos dejó con tema de reflexión. Mientras estábamos discutiendo sobre cómo asignar nuestros escasos ingresos, llegó una chica actuando como si fuera representante de una ONG para entregar donativos a la gente necesitada. Pero la ropa que traía estaba espantosa: pantalones de poliéster en verde perico, un saco en verde pasto, zapatos de los años 70. Y la donadora además quería que nos pusiéramos la ropa, que firmáramos una tarjeta, que posáramos para una foto y que estuviérmos súper agradecidos por todo.
¡Cuántas veces damos lo que nos sobra y no lo que realmente necesitan los demás!
La siguiente vivencia no fue nada sorprendente para los que alguna vez hemos tenido que ir al Seguro Social. De las misma manera, en esta "clínica" había colas y colas de gente, médicos más interesados en ver dónde comían que a quién atendían, pocos medicamentos, trámites adicionales y engorrosos para estudios o análisis. Los sentimientos los mismos, con todo y que era una puesta en escena: impotencia, enojo, frustración.
Para nuestra última experiencia nos paramos junto a la llave de agua de donde se surten las casas de alrededor. Nuestra misión era ayudar a cargar el agua porque cada familia tiene que ir por el agua que consume cada día, generalmente en bidones de 20 ó 30 litros, y llevarlos hasta su ger.
Pero cuandó llegó la hora de la comida aún no había terminado el taller, aunque eso no lo sabíamos cuando entramos al salón de usos múltiples del centro comunitario esperando algo rico para aplacar el hambre. Antes de pasar por la puerta, cada uno de nosotros tuvo que tomar un papel que determinaba nuestro destino: Primer mundo, segundo mundo o tercer mundo.
La mayoría de nosotros descubrió que formaba parte del tercer mundo, y sentados sobre una cobija tratamos de repartir la comida: un pan (hasta eso grandecito, daba para una rebanada por persona) y una jarra con agua.
Cuatro del equipo tuvieron la suerte de sentarse en una mesa con sandwiches, papitas y refrescos, es decir, les correspondía el segundo mundo.
Y solamente dos se sacaron la lotería y pasaron a la mesa del primer mundo, servida con cuatro o cinco platillos diferentes, jugos, pan, refrescos... No se lo hubieran podido acabar aunque quisieran.
Lo interesante fue observar las reacciones de cada uno, analizar lo que percibimos y sentimos e hicimos ante esta desigualdad.
En una mañana nos presentaron muchos temas para reflexionar, ideas que descubrir y analizar, cambios que planear... Unas cuantas horas que dejaron huellas profundas en cada uno de los que estuvimos ahí.
No he acabado de escribir sobre nuestras experiencias, pero por lo pronto ya pueden ver las fotos =)
El irse de misiones siempre es una experiencia que te marca. Además de dar un poco de uno a gente menos favorecida, ellos también te dan algo a cambio y uno regresa con una mejor visión de la vida. Sin duda que las auto-reflexiones que uno hace durante este tipo de viajes enriquecen mucho.
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