Mongolia Tercera Parte
Cada vez que abro la llave del agua pienso en las familias que visitamos en Mongolia. Nosotros simplemente le damos la vuelta y salen litros y litros de agua del tubo, fría, caliente o tibia, sin el menor esfuerzo por nuestra parte. Y de la misma manera desaparece por otra tubería, esté limpia o sucia y nos olvidamos de ella.
En Mongolia, en cambio, cada gota de agua cuesta. No sólo dinero, porque primero hay que pagar para poder llenar los bidones, sino también esfuerzo. Hay que cargar, jalar o empujar 20, 40 ó 60 kilos de agua por calles sin asfaltar, cerro arriba, sorteando baches, rocas, charcos, hielo, coches, perros, meses enteros de temperaturas árticas, hasta llegar al ger. En época de frío, aparte se debe guardar dentro del ya apretado ger para que no se congele.
Una vez que esa agua ha sido usada para lavarse, lavar trastes, lavar ropa, se tiene que sacar y tirar. Cuando hace calorcito basta con echar el agua al ladito del ger, cuidando de no enlodar frente a la puerta, pero con el frío inhumano de Mongolia hay que tirarla más lejos para no convertir la entrada en una pista de patinar.
Y nosotros que tenemos agua entubada abrimos la llave y dejamos que corra y que corra mientras lavamos platos o nos lavamos los dientes, nos bañamos eternidades, ahogamos el jardín, echamos a lavar la ropa después de habérnosla puesto por dos horas, usamos la manguera para barrer la banqueta...
A pesar de hace ya más de un mes que estuvimos en Mongolia, las experiencias que vivimos dejaron huella en nuestros pensamientos y actitudes, huellas que influyen en cada una de nuestras acciones y decisiones. Para muestra, un botón:
A mí lo que más me impactó fue que, aunque la mayoría de las familias a las que visitabamos tenían relaciones horribles con el papá o los dos padres, aún así, los hijos estaban unidos, y eran practicamente independientes de los papás, ya que los papás o no tenían tiempo de cuidarlos o nada más no les importaban los hijos.
-Santi
Durante la kermes (nuestro grupo como actividad para la comunidad ofreció juegos de kermés a los chiquillos, como pintarse la cara, lanzar aros y pescar) estuve en un cuartito que llenamos de globos de muchos colores. La verdad no era un juego sino que un lugar donde los niños podia jugar sin tener que poner mucho esfuerzo, pero podian estar muy entretenidos. Mi actividad fue una de las mas llenas, la mayoría del tiempo había entre 10 y 20 niños. El único problema fue que era muy cansado tener a 20 niños alrededor de ti gritando y saltando sin parar, entonces Ian y yo nos turnamos, y de vez en cuando venía Dale (el papá de Ian) para ayudar.
Nico
La tarde de nuestro primer día, después del taller matutino, fuimos a visitar a las familias que apoya Florishing Future. Una vez al mes, alguien del equipo hace una visita domiciliaria en la que llevan una despensa pero, sobre todo, caminan con ellos un tramo del camaino: platican, les escuchan, profundizan la relación, se interesan por sus vivencias, los acompañan en sus luchas diarias por tener un ingreso adecuado, por mantener o encontrar un trabajo, por mantener a los hijos en la escuela, por cuidar de su salud. Hay padres alcohólicos, padres en la cárcel, padres que han abandonado el hogar... Tantas realidades diferentes, tanto dolor, tanta pérdida que no podemos siquiera imaginar.
Andrea, Ulises y yo estuvimos en el mismo equipo y visitamos a dos familias.
La primera está formada por la madre, la abuela y dos hijos, un niño de unos cinco o seis añitos y una niña de unos tres o cuatro. Nuestra traductora fue Tuvshoo, quien no paraba de reír mientras traducía las mil y un preguntas y comentarios de la chiquilla. Entre otras cosas le preguntó a Ulises por qué tenía tanto pelo en los brazos, y luego quiso saber si mi piercing en la nariz estaba pegado. Al oír que era como un arete, su mayor inquietud fue saber cómo me sacaba los mocos. ¡Una dulzura! Su mayor orgullo fue mostrarle a Andrea y Casey sus colores y su cuaderno lleno de sus garabatos y dibujos.
El niño fue más tímido, la mayor parte del tiempo se la pasó viendo televisión pero poco antes de la hora de irnos agarró confianza y también se involucró en la plática.
En la segunda familia que visitamos la abuela y la nieta nos recibieron con una especialidad de Mongolia: té negro con leche en polvo y sal. Suena horroroso pero en realidad no sabía tan mal, una vez que el cerebro disociaba la idea "té con leche" de la idea "dulce". En realidad me recordaba un poco al champurrado y todos, muy valientes, se tomaron al menos dos o tres tragos.
Como en los gers no hay mucho lugar algunos de nosotros alcanzábamos a sentarnos en la cama, mientras los demás se acomodaban en el piso. A la hora de salir, a mí se me hizo de lo más normal levantar la bolsa de la despensa que alguno de los chicos había dejado en el sueo y colocarla en la única silla. A Sheri, la estadounidense que dirige Flourishing Futures, le llamó la atención y me preguntó quue si en México igual estaba mal visto que las bolsas estuvieran en el suelo, en especial las de comida. Se me hizo muy curioso encontrar la misma idea en el lado opuesto del mundo.
Y como ya es muy tarde, dejo el resto de nuestro viaje para otro día, más las peripecias que me impidieron escribir en el blog toda la semana pasada.
En Mongolia, en cambio, cada gota de agua cuesta. No sólo dinero, porque primero hay que pagar para poder llenar los bidones, sino también esfuerzo. Hay que cargar, jalar o empujar 20, 40 ó 60 kilos de agua por calles sin asfaltar, cerro arriba, sorteando baches, rocas, charcos, hielo, coches, perros, meses enteros de temperaturas árticas, hasta llegar al ger. En época de frío, aparte se debe guardar dentro del ya apretado ger para que no se congele.
Una vez que esa agua ha sido usada para lavarse, lavar trastes, lavar ropa, se tiene que sacar y tirar. Cuando hace calorcito basta con echar el agua al ladito del ger, cuidando de no enlodar frente a la puerta, pero con el frío inhumano de Mongolia hay que tirarla más lejos para no convertir la entrada en una pista de patinar.
Y nosotros que tenemos agua entubada abrimos la llave y dejamos que corra y que corra mientras lavamos platos o nos lavamos los dientes, nos bañamos eternidades, ahogamos el jardín, echamos a lavar la ropa después de habérnosla puesto por dos horas, usamos la manguera para barrer la banqueta...
A pesar de hace ya más de un mes que estuvimos en Mongolia, las experiencias que vivimos dejaron huella en nuestros pensamientos y actitudes, huellas que influyen en cada una de nuestras acciones y decisiones. Para muestra, un botón:
A mí lo que más me impactó fue que, aunque la mayoría de las familias a las que visitabamos tenían relaciones horribles con el papá o los dos padres, aún así, los hijos estaban unidos, y eran practicamente independientes de los papás, ya que los papás o no tenían tiempo de cuidarlos o nada más no les importaban los hijos.
-Santi
Durante la kermes (nuestro grupo como actividad para la comunidad ofreció juegos de kermés a los chiquillos, como pintarse la cara, lanzar aros y pescar) estuve en un cuartito que llenamos de globos de muchos colores. La verdad no era un juego sino que un lugar donde los niños podia jugar sin tener que poner mucho esfuerzo, pero podian estar muy entretenidos. Mi actividad fue una de las mas llenas, la mayoría del tiempo había entre 10 y 20 niños. El único problema fue que era muy cansado tener a 20 niños alrededor de ti gritando y saltando sin parar, entonces Ian y yo nos turnamos, y de vez en cuando venía Dale (el papá de Ian) para ayudar.
Nico
La tarde de nuestro primer día, después del taller matutino, fuimos a visitar a las familias que apoya Florishing Future. Una vez al mes, alguien del equipo hace una visita domiciliaria en la que llevan una despensa pero, sobre todo, caminan con ellos un tramo del camaino: platican, les escuchan, profundizan la relación, se interesan por sus vivencias, los acompañan en sus luchas diarias por tener un ingreso adecuado, por mantener o encontrar un trabajo, por mantener a los hijos en la escuela, por cuidar de su salud. Hay padres alcohólicos, padres en la cárcel, padres que han abandonado el hogar... Tantas realidades diferentes, tanto dolor, tanta pérdida que no podemos siquiera imaginar.
Andrea, Ulises y yo estuvimos en el mismo equipo y visitamos a dos familias.
La primera está formada por la madre, la abuela y dos hijos, un niño de unos cinco o seis añitos y una niña de unos tres o cuatro. Nuestra traductora fue Tuvshoo, quien no paraba de reír mientras traducía las mil y un preguntas y comentarios de la chiquilla. Entre otras cosas le preguntó a Ulises por qué tenía tanto pelo en los brazos, y luego quiso saber si mi piercing en la nariz estaba pegado. Al oír que era como un arete, su mayor inquietud fue saber cómo me sacaba los mocos. ¡Una dulzura! Su mayor orgullo fue mostrarle a Andrea y Casey sus colores y su cuaderno lleno de sus garabatos y dibujos.
El niño fue más tímido, la mayor parte del tiempo se la pasó viendo televisión pero poco antes de la hora de irnos agarró confianza y también se involucró en la plática.
En la segunda familia que visitamos la abuela y la nieta nos recibieron con una especialidad de Mongolia: té negro con leche en polvo y sal. Suena horroroso pero en realidad no sabía tan mal, una vez que el cerebro disociaba la idea "té con leche" de la idea "dulce". En realidad me recordaba un poco al champurrado y todos, muy valientes, se tomaron al menos dos o tres tragos.
Como en los gers no hay mucho lugar algunos de nosotros alcanzábamos a sentarnos en la cama, mientras los demás se acomodaban en el piso. A la hora de salir, a mí se me hizo de lo más normal levantar la bolsa de la despensa que alguno de los chicos había dejado en el sueo y colocarla en la única silla. A Sheri, la estadounidense que dirige Flourishing Futures, le llamó la atención y me preguntó quue si en México igual estaba mal visto que las bolsas estuvieran en el suelo, en especial las de comida. Se me hizo muy curioso encontrar la misma idea en el lado opuesto del mundo.
Y como ya es muy tarde, dejo el resto de nuestro viaje para otro día, más las peripecias que me impidieron escribir en el blog toda la semana pasada.
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