Luang Prabang

 

Cuando llegamos a nuestro hotel en Luang Prabang nos recibió esta puesta de sol; un regalo después de las horas angustiantes tratando de decidir si debíamos regresar a Hong Kong o continuar nuestro viaje hacia Laos sobre las que escribí en la entrada pasada..

El hotel en que nos hospedamos se encuentra como a diez minutos en tuktuk (un tipo de pulmonía muy común en el sureste de Asia) de la zona histórica, pero bien valió la pena por los enormes jardines orillas del Mekong y las casas de madera tradicionales donde se ubican las habitaciones. En la siguiente entrada del blog les comparto fotos del hotel.

Decidimos visitar Luang Prabang porque está clasificada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO por su arquitectura. Las casas de la zona histórica fusionan las técnicas tradicionales de construcción en madera con la influencia francesa de casas de ladrillo.

La verdad me quedé con las ganas de poder explorar más, entrar a los diferentes hoteles y restaurantes aunque sea para tomarnos un café o una cerveza con tal de tener una excusa para admirar las construcciones antiguas. También me hubiera encantado visitar las decenas de templos budistas, cada uno con su encanto particular, y subir la montaña que se encuentra al centro de la ciudad. Por la situación del Covid-19 fuimos a explorar los primeros días que estuvimos allá, pero conforme se ponía más seria decidimos salir lo menos posible del hotel.


Como se puede ver en la foto anterior, las calles de Luang Prabang ya se estaban vaciado de gente aunque las tiendas y los restaurantes en ese momento seguían abiertos, al igual que el mercado de artesanías que se instala pos las noches sobre la avenida principal.
Cada barrio del pueblo tiene su propio templo budista, unos más grandes otros más pequeños... Es tradición que muy temprano por las mañanas los monjes budistas salen a las calles para pedir limosna, y es un honor para las familias poder ofrecerles algo, por lo general alimentos. La gente espera afuera de sus casas para compartirles su ofrenda, y se hinca ante los monjes al momento de colocar la comida en los jarrones, platones o canastos que éstos cargan. Los monjes por su parte recitan una bendición para la familia.

A pesar de que los turistas pueden observar esta ceremonia, se les pide que no tomen fotografías a los monjes ya que se considera una falta de respeto.

Los bueno es que nos podíamos prestar bicicletas en el hotel con las que nos fuimos a explorar el centro, que en realidad es bastante pequeño porque se encuentra en una península formada por los ríos Mekong y Nam Khan




La Villa Santi.
Esta casa está en renta, por si a alguno le interesa, jeje.
Muchas casas tienen portales que se han convertido en cafés, resaurantes, bares, o simplemente un espacio desde donde los huéspedes del respectivo hotel u hostal pueden ver pasar la vida.

En temporada de secas los pobladores erigen un puente de bambú para cruzar al otro lado; la verdad es muy interesante ver cuántos usos tiene el bambú y la creatividad de los países de Asia para aprovechar este recurso: desde andamios para la construcción hasta tapetes, pasando por muebles, techos, popotes (pajitas) y vasos.


La verdad sí tuve que armarme de valor para cruzar el puente; no me gustan las alturas ni los puentes colgadizos, pero con las porras de Ulises a fin de cuentas me animé.

Como amenazaba lluvia, decidimos buscar un lugarcito donde refugiarnos mientras pasaba el aguacero, disfrutando un café helado y una cerveza.



Enlace a un artículo de "The Guardian" sobre los atractivos de Luang Prabang.










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