Medicina China
La semana pasada vimos que junto al mercado se paró una clínica móvil ofreciendo consultas de medicina tradicional china, así que fuimos a investigar. La consulta es previa cita y como para ese día ya estaba llena la agenda nos apuntamos para este viernes 7.
El camión está dividido en dos, a la entrada está un mostrador detrás del cual se encuentran cientos de frascos blancos, misteriosos para nosotros porque no entendemos los caracteres chinos con los que están marcados. A un lado hay dos banquitas para esperar, primero para pasar con la doctora y saliendo de la consulta a que preparen la medicina.
La otra mitad está destinado a consultorio, tiene un pequeño escritorio y una camilla, suponemos que para las sesiones de acupuntura. La doctora era china, muy delgada con pelo largo, negro y lacio y los pómulos muy remarcados. Hablaba bastante bien inglés, primero pidió que describiéramos los síntomas por los que la consultábamos, haciendo algunas preguntas respecto al sueño y al apetito. Luego puso tres dedos en la muñeca izquierda como si nos estuviera tomando el pulso, después en la muñeca derecha y finalmente nos pidió que sacáramos la lengua diciendo "Give me your tongue, please." Con mucho gusto, pero me la regresa ¿verdad?
Por último la doctora llenó una hoja con caracteres chinos para que nos prepararan nuestra mezcla personalizada y nos pidió que regresáramos la semana entrante para ver si había funcionado la medicina.
Fue muy interesante ver cómo preparaban nuestra medicina. Para cada dosis el muchacho, quien también cubría la función de recepcionista, tomaba una bolsita que marcó con nuestro nombre, la fecha y cuántas veces teníamos que tomar la medicina. En mi caso, dos al día, por la mañana y por la noche.
Luego colocó las bolsitas en una base, seleccionó los frascos de las medicinas que recetó la doctora y fue llenando las bolsitas con los diferentes medicamentos, algunos en polvo y otros como granulados. Todo esto con mucha precisión y a mil por hora.
La medicina la tenemos que disolver en un vaso de agua caliente, esperar cinco minutos y después tomárnosla. Suena sencillo si no fuera porque la medicina huele horrible y sabe ¡peor! No sé ni cómo describir el brebaje que nos estamos tomando, sabe entre amargo, a polvo, no sé... Es un verdadero acto de valor tomarse ese vaso de líquido café. ¡Pero sí hace efecto!
Por cierto, seguro que quieren saber qué problemas de salud nos llevaron con la doctora. ¡Pues ahora no les digo!
El camión está dividido en dos, a la entrada está un mostrador detrás del cual se encuentran cientos de frascos blancos, misteriosos para nosotros porque no entendemos los caracteres chinos con los que están marcados. A un lado hay dos banquitas para esperar, primero para pasar con la doctora y saliendo de la consulta a que preparen la medicina.
La otra mitad está destinado a consultorio, tiene un pequeño escritorio y una camilla, suponemos que para las sesiones de acupuntura. La doctora era china, muy delgada con pelo largo, negro y lacio y los pómulos muy remarcados. Hablaba bastante bien inglés, primero pidió que describiéramos los síntomas por los que la consultábamos, haciendo algunas preguntas respecto al sueño y al apetito. Luego puso tres dedos en la muñeca izquierda como si nos estuviera tomando el pulso, después en la muñeca derecha y finalmente nos pidió que sacáramos la lengua diciendo "Give me your tongue, please." Con mucho gusto, pero me la regresa ¿verdad?
Por último la doctora llenó una hoja con caracteres chinos para que nos prepararan nuestra mezcla personalizada y nos pidió que regresáramos la semana entrante para ver si había funcionado la medicina.
Fue muy interesante ver cómo preparaban nuestra medicina. Para cada dosis el muchacho, quien también cubría la función de recepcionista, tomaba una bolsita que marcó con nuestro nombre, la fecha y cuántas veces teníamos que tomar la medicina. En mi caso, dos al día, por la mañana y por la noche.
Luego colocó las bolsitas en una base, seleccionó los frascos de las medicinas que recetó la doctora y fue llenando las bolsitas con los diferentes medicamentos, algunos en polvo y otros como granulados. Todo esto con mucha precisión y a mil por hora.
La medicina la tenemos que disolver en un vaso de agua caliente, esperar cinco minutos y después tomárnosla. Suena sencillo si no fuera porque la medicina huele horrible y sabe ¡peor! No sé ni cómo describir el brebaje que nos estamos tomando, sabe entre amargo, a polvo, no sé... Es un verdadero acto de valor tomarse ese vaso de líquido café. ¡Pero sí hace efecto!
Por cierto, seguro que quieren saber qué problemas de salud nos llevaron con la doctora. ¡Pues ahora no les digo!
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