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Se me pasan las semanas y con ellas muchas cosas pequeñas y grandes sobre las que quiero escribir. Por ejemplo, sobre el tifón Nesat que afortunadamente pasó a unos 300 km al sur de Hong  Kong. El miércoles 28 de septiembre por la mañana cuando habló Andrea para avisar que se iban a regresar un día antes de sus campamentos, pensé que tal vez estaban exagerando un poco. El día estaba soleado, con algunas nubecillas pasajeras, y seguía haciendo mucho calor; en la página del observatorio de Hong Kong decía que estaban considerando subir la alarma de huracán al nivel 3 por la tarde pero nada más. 
Conforme avanzaba el día, el cielo se iba nublando cada vez más. La noche del miércoles al jueves fue muy inquieta: el viento iba en aumento, jalando cualquier cosa que no estuviera fija, mientras la lluvia arreciaba cada vez más. Las ramas de los árboles crujían, alguna lámina suelta repetía sin cesar un golpeteo metálico, una a una fueron cayendo las bicicletas que habíamos dejado paradas frente a la casa, las gotas de lluvia golpeaban contra los cristales.


Una vez que clareó, fue impresionante ver la fuerza con la que soplaba el viento, aunque la lluvia de la noche se había  en un chipi-chipi temporal. Ulises ese día trabajaba, así que se arregló y tomó el camión de las 6:30 de la mañana; yo estaba casi segura de que iban a cancelar todos los vuelos pero llegando al aeropuerto le confirmaron que le tocaría ir a Shanghai, exactamente en dirección opuesta del tifón.


Por mientras, nosotros nos quedamos en casa acurrucados, viendo televisión y acordándonos de nuestros juegos de mesa que están bien guardaditos en casa de mi mamá en México  =(  pero nos propusimos ir comprando algunos en cuanto se nos fueran atravesando. 


Por ahí de las tres de la tarde paró la lluvia así que decidimos dar una vuelta al pueblo para ver qué había pasado. Todas las tiendas en la parte vieja estaban cerradas, excepto el mercado, así que nos seguimos hasta la playa. Nunca habíamos visto el nivel del mar tan alto, cubría casi toda la playa donde normalmente está la gente sentada asoleándose y los niños construyendo castillos de arena. Pero lo que más nos impresionó fue la cantidad de basura en el agua: bolsas y botellas de plástico y muchísimo Unicel. Suponemos que se debe haber volado de algún lado, tal vez de un barco carguero, contaminando un área enorme. Había trozos grandes que se podían recoger con facilidad, pero la mayoría estaba en pedazos diminutos; yo creo que no hay manera de separarlos de la arena. Por favor, ¡pongan la basura en su lugar y reciclen, reusen, reduzcan!  Los ríos y el mar no son botes de basura.


Por lo pronto, ya compramos más despensa por si no podemos salir unos días de casa por la luvia o el viento y vamos a comprar otro cilindro de gas (nada de gas estacionario por acá) para tener una reserva.


Otro tema al que le quería dar seguimiento es a la medicina china, sólo que tuvimos un pequeño contratiempo: nos dieron cita el miércoles por la mañana, un día muy lluvioso por cierto, pero cuando llegamos junto al mercado hechos una sopa, descubrimos que la clínica móvil ¡no fue ese día!



Hasta las macetas volaron

Así se veía nuestro patio después de una noche de vientos hurancanados

El parque junto a la biblioteca

El arroyo lleno de unicel

Este arroyo normalmente no lleva ni la mitad del  agua.




Comments

  1. Hola Vere! me da mucho gusto que estén bien después del huracán, ojala que mucha gente pensara así respecto al reciclaje ,las cosas serian diferentes en nuestro planeta, es difícil concientizar alas personas, por acá pasa algo muy parecido en tiempo de lluvia hay muchas inundaciones por la basura que no es depositada en su lugar,:( te felicito nuevamente me encanta todo lo que escribes, y es una oportunidad que compartes, para conocer otra cultura, hasta pronto, un fuerte abrazo para ti y tu linda Familia.

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