"Be positive about being negative"

¿Cómo traducir este slogan del Servicio de Transfusiones de la Cruz Roja de Hong Kong? 
(Ana Pau, ¿andas por ahí?) 

Tal vez se podría decir: "Ten una actitud positiva ante ser negativo".

Pero antes de continuar leyendo necesitarán hacer una pequeña excursión al pasado para recordar sus clases de biología ¿de la secundaria?, cuando estudiaron el sistema circulatorio y los diferentes tipos de sangre. (Y espero que no se me desmayen con las fotos del final, jeje.)

Resulta que en Asia, aunque están más o menos representados todos los grupos sanguíneos en proporciones similares al resto del mudo, es un hecho que la mayoría de la población tiene el factor Rh+ positivo. En poblaciones de raíces europeas (lo que en inglés les llaman Caucasian) una de cada siete personas tiene sangre con factor rh- negativo, mientras que en aquellas con raíces chinas solamente una en 370 tiene sangre con factor rh-.

Por este motivo la Cruz Roja en Hong Kong, aunque siempre requiere de donadores de sangre, necesita de manera especial a aquellos que poseen sangre con el factor rh-,  e incluso tiene un registro de ellos para poder llamarles en caso de alguna emergencia.

En nuestra familia, la mitad somos donadores universales, es decir, tenemos sangre tipo O negativo: Andrea, Santiago y yo. 

Andrea ya había donado en dos ocasiones anteriores ya que en la escuela en diciembre siempre hay un día en que viene un equipo de la Cruz Roja, pudiendo donar los profesores y cualquier alumno mayor de 16 años.

Y como se puede donar más de una vez al año, hace unas semanas decidimos ir a uno de los centros de donación repartidos por toda la ciudad y contribuir con nuestro granito de arena.

Lo primero que tuvimos que hacer llegando fue llenar un cuestionario bastante exhaustivo acerca de nuestro estado de salud, enfermedades previas, países en los que hemos vivido, entre otras cosas. Luego pasamos a que nos tomaran una muestra de sangre del dedo, misma que utilizan para medir el nivel de hemoglobina. En ese momento también nos preguntaron qué queríamos tomar una vez terminada la donación. Se puede elegir entre café, té, Milo y otras bebidas frías o calientes, y nosotros tres elegimos lo mismo: Milo calientito. 

Pasada esta prueba, entramos a un consultorio con un médico que revisó el cuestionario, hizo una o dos preguntas más y nos dio el visto bueno para donar.

De ahí pasamos a acomodarnos cada uno en un Reposet, esos sillones a los que se les puede reclinar la espalda y subir los pies.

Luego llegó la enfermera para colocar la aguja, tomando tres probetas de sangre antes de dejar que la sangre fluyera a la bolsa en la que la van a almacenar. Lo que se me hizo muy interesante es que esta bolsa está en movimiento constante, durante el tiempo que tarda en llenarse con el medio litro de líquido una máquina la mece suavemente de un lado al otro para evitar que se coagule. No se me ocurrió preguntar, pero probablemente el movimiento va al ritmo de un corazón humano.

Una vez que terminamos nos consintieron: nos dieron nuestro vasito de Milo y podíamos comer galletitas dulces o saldas, según nuestro antojo. 


 





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