Ciclopista versión Tung Chung (versión ampliada)
Ahora que estamos en la casa nueva ya no tomo el autobús para ir a Tung Chung (bueno, a menos que se esté cayendo el cielo) sino que me voy en bicicleta. De ida me tardo unos 12 a 15 minutos porque la mayor parte del camino es de bajada. El regreso es un poco más tardado y más si traigo la bici cargada con el super, pero así ya no tengo que darme la vuelta al gimnasio. Además, no dependo del horario del camión, sobre todo después de las nueve de la noche, que ya no salen tan seguido.
La primera vez que tomé la ciclopista me transporté a mi infancia, cuando mis papás o abuelos nos llevaban a mis hermanos y a mí a Chapultepec. Había un pequeño circuito ubicado a un lado del museo de Arte Moderno donde los niños podían andar en triciclo mientras jugando recibían su educación vial. Me encantaba ir y pedalear por las "calles", seguir las indicaciones de los letreros, cruzar por el paso a desnivel y detenerme en el semáforo.
Ahora disfruto del sol, los Banyan Trees con sus lianas a la orilla del camino y los murales en el último paso a desnivel. Bueno, hasta que el calor me obligue a buscar un camión con aire acondicionado para llegar más o menos presentable a mi destino y no con cara de haber corrido un maratón.
Y aquí están: ¡Laaas Fotooos!
Por cierto que se me pasaba contarles una anécdota: una tarde, a la salida del túnel estaba parado un policía deteniendo a los ciclistas. A Ulises le tocó la mala suerte de pasar por ahí justo en ese momento. Resulta que terminando el túnel también acaba la ciclopista, así que debe uno bajarse de la bicicleta y empujarla unos 20 metros hasta donde vuelve a empezar el pavimento verde. La primera vez que uno lo hace, solamente te llaman la atebción, pero al revisar documentos y bicicleta, el policía vio que esta última no tiene campanita, lo que sí amerita una multa.
Lo que no sabemos es cómo funciona lo de las multas, ya que piden nombre, tarjeta de identidad y dirección, pero no te dan nada por escrito. Suponemos que la mandarán por correo aunque hasta ahora no ha llegado nada. Ya les contaré -si es que no se me olvida ¡jaja!
La primera vez que tomé la ciclopista me transporté a mi infancia, cuando mis papás o abuelos nos llevaban a mis hermanos y a mí a Chapultepec. Había un pequeño circuito ubicado a un lado del museo de Arte Moderno donde los niños podían andar en triciclo mientras jugando recibían su educación vial. Me encantaba ir y pedalear por las "calles", seguir las indicaciones de los letreros, cruzar por el paso a desnivel y detenerme en el semáforo.
Ahora disfruto del sol, los Banyan Trees con sus lianas a la orilla del camino y los murales en el último paso a desnivel. Bueno, hasta que el calor me obligue a buscar un camión con aire acondicionado para llegar más o menos presentable a mi destino y no con cara de haber corrido un maratón.
Y aquí están: ¡Laaas Fotooos!
Por cierto que se me pasaba contarles una anécdota: una tarde, a la salida del túnel estaba parado un policía deteniendo a los ciclistas. A Ulises le tocó la mala suerte de pasar por ahí justo en ese momento. Resulta que terminando el túnel también acaba la ciclopista, así que debe uno bajarse de la bicicleta y empujarla unos 20 metros hasta donde vuelve a empezar el pavimento verde. La primera vez que uno lo hace, solamente te llaman la atebción, pero al revisar documentos y bicicleta, el policía vio que esta última no tiene campanita, lo que sí amerita una multa.
Lo que no sabemos es cómo funciona lo de las multas, ya que piden nombre, tarjeta de identidad y dirección, pero no te dan nada por escrito. Suponemos que la mandarán por correo aunque hasta ahora no ha llegado nada. Ya les contaré -si es que no se me olvida ¡jaja!
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