Hangzhou
Nosotros no somos la única familia que ha tenido que buscar trabajo lejos de México debido a la quiebra de Mexicana de Aviación. Por este motivo ahora tenemos amigos en diferentes partes del mundo, incluyendo algunas que antes no hubiera podido siquiera ubicar en el mapa.
Una de estas ciudades es Hangzhou, en China. Y para los que consideran que Asia simplemente es uno de los continentes y que China queda lejísimos de todo (como yo pensaba antes de venir a vivir de este lado del mundo), les contaré que Hangzhou es una ciudad de poco más de 9 millones de habitantes ubicada a unas dos horas al suroeste de Shanghai.
Juan, uno de los mejores amigos de Ulises, después de trabajar para Interjet por varios años y volar en Vietnam por dos, ahora lleva casi un año viviendo allá junto con Marcela, su esposa.
Gracias a eso pude convencer a Ulises de ir como turistas a China, un destino que no le atrae en lo más mínimo, y a fines de mayo nos escapamos cuatro días para ir a visitarlos.
A Juan y Marcela los conocemos de toda la vida -bueno, al menos así me parece, jeje.
Ulises y Juan entraron a trabajar al mismo tiempo a Mexicana de Aviación, a principios de los años 80. Pero no fue hasta 28 años más tarde que sus carreras profesionales los llevaron por caminos diferentes, con la sorpresa de que ahora vivimos en el mismo continente.
Pero ya me desvié del tema original de esta entrada, que es nuestro viaje a Hangzhou. El vuelo llegó a nuestro destino como a las 11:30 de la noche y al salir del aeropuerto nos impactó ver una zona en construcción completamente iluminada con las máquinas trabajando como si fueran las diez de la mañana.
Camino al depa de Juan y Marcela, el taxi tuvo que esperar unos minutos para que una enorme tuneladora cruzara la avenida; por todos lados están construyendo y mejorando la infraestructura, en este caso el metro.
En la mañana que nos levantamos nos recibió una vista magnífica sobre el río Qiantang. Por cierto, no me pregunten cómo se pronuncian todos estos nombres chinos, a pesar de que también se escriben con ayuda del alfabeto latino, no suena nada parecido a cómo lo leeríamos nosotros.
El primer día fuimos juntos a Qinghefang Ancient Street, que es una zona de casas antiguas remodeladas y transformadas en tiendas y restaurantes. Cuando entren al álbum de fotos verán que entre los antojitos que ofrecen no sólo hay grillos sino también alacranes, cucarachas y ciempiés. La verdad no nos animamos a probar...
Podría escribir páginas y páginas de todo lo que vimos e hicimos, pero preferiría enfocarme en lo que más nos llamó la atención.
Álbum de fotos
Lo primero es que es una ciudad muy verde; todas las avenidas tienen camellón y banquetas llenas de árboles, y a lo largo de muchos los múltiples canales que atraviesan la ciudad hay zonas verdes y caminos para peatones.
Muy cerca del centro está el West Lake, un lago enorme rodeado de parques y bosques, y tan sólo a unos 35 minutos en coche se extienden plantaciones de té.
Además, es una ciudad muy silenciosa. A pesar de que las avenidas son enormes, todas tienen carriles exclusivos para las bicicletas. Además, casi todas las motos y muchos de los coches son eléctricos, al igual que la mayoría de los autobuses de transporte público.
Otro aspecto que nos llamó la atención es lo limpio y cuidado que está todo, a pesar de la enorme cantidad de turistas (sobre todo de China) que visitan la ciudad.
Una de las tardes fuimos a un bar que se encuentra junto al río para ver la puesta del sol. Como queda cerca de la casa, nos fuimos en bicicleta, aunque desgraciadamente no encontramos las bicicletas de renta en la calle, así que Marcela muy valiente se sentó en la parte de atrás y confió en mis dotes de malabarista para llegar al bar.
Ulises se tomó la especialidad del lugar, el Hangzhou Mule, un coctel derivado del Moscow Mule que lleva ginebra, té negro, limón, ginger beer, jugo de limón y algo que traducen como tiffin. Yo ya había oído ese término, pero como un equivalente la comida de medio día o al almuerzo. En fin, otra de esas traducciones representativas de China, jeje.
Una de estas ciudades es Hangzhou, en China. Y para los que consideran que Asia simplemente es uno de los continentes y que China queda lejísimos de todo (como yo pensaba antes de venir a vivir de este lado del mundo), les contaré que Hangzhou es una ciudad de poco más de 9 millones de habitantes ubicada a unas dos horas al suroeste de Shanghai.
Juan, uno de los mejores amigos de Ulises, después de trabajar para Interjet por varios años y volar en Vietnam por dos, ahora lleva casi un año viviendo allá junto con Marcela, su esposa.
Gracias a eso pude convencer a Ulises de ir como turistas a China, un destino que no le atrae en lo más mínimo, y a fines de mayo nos escapamos cuatro días para ir a visitarlos.
A Juan y Marcela los conocemos de toda la vida -bueno, al menos así me parece, jeje.
Ulises y Juan entraron a trabajar al mismo tiempo a Mexicana de Aviación, a principios de los años 80. Pero no fue hasta 28 años más tarde que sus carreras profesionales los llevaron por caminos diferentes, con la sorpresa de que ahora vivimos en el mismo continente.
Pero ya me desvié del tema original de esta entrada, que es nuestro viaje a Hangzhou. El vuelo llegó a nuestro destino como a las 11:30 de la noche y al salir del aeropuerto nos impactó ver una zona en construcción completamente iluminada con las máquinas trabajando como si fueran las diez de la mañana.
Camino al depa de Juan y Marcela, el taxi tuvo que esperar unos minutos para que una enorme tuneladora cruzara la avenida; por todos lados están construyendo y mejorando la infraestructura, en este caso el metro.
En la mañana que nos levantamos nos recibió una vista magnífica sobre el río Qiantang. Por cierto, no me pregunten cómo se pronuncian todos estos nombres chinos, a pesar de que también se escriben con ayuda del alfabeto latino, no suena nada parecido a cómo lo leeríamos nosotros.
El primer día fuimos juntos a Qinghefang Ancient Street, que es una zona de casas antiguas remodeladas y transformadas en tiendas y restaurantes. Cuando entren al álbum de fotos verán que entre los antojitos que ofrecen no sólo hay grillos sino también alacranes, cucarachas y ciempiés. La verdad no nos animamos a probar...
Podría escribir páginas y páginas de todo lo que vimos e hicimos, pero preferiría enfocarme en lo que más nos llamó la atención.
Álbum de fotos
Lo primero es que es una ciudad muy verde; todas las avenidas tienen camellón y banquetas llenas de árboles, y a lo largo de muchos los múltiples canales que atraviesan la ciudad hay zonas verdes y caminos para peatones.
Muy cerca del centro está el West Lake, un lago enorme rodeado de parques y bosques, y tan sólo a unos 35 minutos en coche se extienden plantaciones de té.
Además, es una ciudad muy silenciosa. A pesar de que las avenidas son enormes, todas tienen carriles exclusivos para las bicicletas. Además, casi todas las motos y muchos de los coches son eléctricos, al igual que la mayoría de los autobuses de transporte público.
Otro aspecto que nos llamó la atención es lo limpio y cuidado que está todo, a pesar de la enorme cantidad de turistas (sobre todo de China) que visitan la ciudad.
Una de las tardes fuimos a un bar que se encuentra junto al río para ver la puesta del sol. Como queda cerca de la casa, nos fuimos en bicicleta, aunque desgraciadamente no encontramos las bicicletas de renta en la calle, así que Marcela muy valiente se sentó en la parte de atrás y confió en mis dotes de malabarista para llegar al bar.
Ulises se tomó la especialidad del lugar, el Hangzhou Mule, un coctel derivado del Moscow Mule que lleva ginebra, té negro, limón, ginger beer, jugo de limón y algo que traducen como tiffin. Yo ya había oído ese término, pero como un equivalente la comida de medio día o al almuerzo. En fin, otra de esas traducciones representativas de China, jeje.
Como acostumbra decir un amigo nuestro: ¡Qué monotonía! |
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