¡Libertad!

El domingo 19 de abril tanto Ulises como yo recibimos una llamada más de las  que nos hizo durante la cuarentena el del departamento de salud. En ocasiones anteriores era para preguntarnos si estábamos en casa, si estaba funcionando bien la aplicación, si habíamos tenido algún síntoma como tos o temperatura...

Pero ese día nos contactaron para avisarnos que el lunes 20 de abril a medianoche terminaba el periodo de cuarentena obligatoria. Esto nos autorizaba a retirar el monitor cortando la cinta, y a partir del martes por la mañana podíamos salir a donde quisiéramos. 

Primero me llamaron a mí, y un par de horas más tarde Ulises contestó su llamada, aunque el diálogo fue un poco diferente a lo que esperaba el empleado del Health Department:

  • Empleado: "On Tuesday you will be a free man" 
  • Ulises: "I know, I've been to jail before..."
  • SILENCIO
  • Ulises, después de unos segundos: "Oh, it´s because I go and visit the prisoners..."
  • SUSPIRO DE ALIVIO: "Oh, good, good. Hong Kong jails are very nice."
 
Con estas pulseras anduvimos dos semanas; son medio incómodas y además me sucedía que volteaba yo a ver mi muñeca pensando que traía yo mi reloj, jajaja.
No sólo recibimos una llamada. Por si acaso se nos había olvidado cuándo se terminaba la cuarentena (¿será que a alguien se le haya pasado la fecha y se haya quedado más días encerrado?) también nos mandaron un mensajito al celular:
No sólo a Santi le dio curiosidad ver qué tenía la dichosa cajita en su interior por lo que decidimos abrir una de ellas

 
El útlimo paso fue llevar una muestra de saliva para que nos hicieran la prueba del Covid-19. En teoría el examen los debimos hacer al día siguiente de que llegamos a Hong Kong, pero sólo hay siete hospitales o clínicas en la ciudad donde se pueden entregar, y en un horario restringido temprano por la mañana.

Pero como no teníamos quien llevara la muestra y no veníamos de una zona con alta incidencia de casos, nos autorizaron a llevar nuestras muestras al final de la cuarentena. Después de leer las instrucciones y ver todas las advertencias me sentía más bien entre monstruo haciendo ruidos raros y científica loca llevando una muestra de material radioactivo, jeje:


Para festejar nuestra primera salida en dos semanas, Ulises y yo decidimos ir a comer mariscos a Cheung Chau, pensando que por ser martes no habría tanta gente en la isla.

Nos equivocamos: por la cantidad de personas parecía más bien fin de semana.

Después de comer fuimos a caminar un poco y en el malecón nos encontramos con una señora mayor vendiendo mejillones, caracoles de mar y percebes.
Aunque los percebes no se ven nada apetitosos, después de hacer una rápida investigación para saber cómo se preparan, decidimos comprar unos para probarlos. Después de todos estos años sigo admirada de la sencilla báscula que usan los vendedores callejeros en Asia:
Para los que nunca han comido percebes, son crustáceos que viven fijos a superficies duras como son las rocas, y en Portugal y Galicia se consideran un manjar.

Es muy sencillo preparalos: se pone a hervir agua salada y se agregan los percebes en cuanto comienza a hervir. Se espera a que vuelva a hervir al agua, se tiran el agua y se sriven los percebes de inmediato.


La parte comestible de los percebes se encuentra en el interior, por lo que hay que abrir la parte dura para sacar la carne. La verdad es que no se ven nada, nada, nada apetitosos, y yo ya me estaba arrepintiendo de haberlos comprado, pero una vez que logré sobreponerme al rechazo incial descubrí que tienen muy buen sabor.

¿Los volvería a comer? No sé; se me hace mucho trabajo para lo poco de carne que tienen.






Comments

  1. Que bueno Verena que todo empiece a retomar forma. Cuídense, te dejo un abrazo.

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