Una vueltecita a Macao
El primer fin de semana de septiembre fuimos a darnos una vuelta a Macao, hacía falta salir de Hong Kong para activar nuestra visa (que se llama dependant visa porque el que tiene trabajo es Ulises y nosotros sólo venimos como agregados culturales).
Para llegar primero tomamos nuestro transbordador al muelle central, luego nos echamos una caminata de 30 minutos para finalmente estar sentados casi una hora antes de abordar el siguiente Ferry. Los asientos los asignan como hace muchos años en los aviones: llegas con tu boleto, te preguntan si quieres pasillo o ventanilla y toman una pequeña calcomanía que pegan en tu boleto marcando tu asiento.
Ya instalados en nuestros lugares, Andrea exclamó: "¡Estos asientos están más cómodos que los de Spring Air! " (la línea aérea que en que vinieron de Shanghai a Hong Kong)
Aprovechando lo cómodo de nuestros lugares, dormimos una siesta durante la travesía para despertar llegando a Macao muertos de hambre. Saliendo a la calle estaban edecanes de todos los casinos promocionando las apuestas pero nosotros tomamos nuestro camioncito al centro para turistear un poco.
Se nos antojaba comida portuguesa y tuvimos la buena suerte de caer en un restaurante delicioso. Lo que nos cuesta un
poco de trabajo es que casi todos los locales son cerrados, con poca vista, lo que contrasta mucho con los restaurantes de Cuernavaca que si no tienen una terracita, cuentan con un poco de jardín o por lo menos con enormes ventanales abiertos a la vegetación.
Ya con la pancita llena y el corazón contento nos fuimos a callejonear por el centro, admirando los edificios coloniales que quedan en Macao.
Cuando quisimos entrar a la catedral para conocer, un policía nos prohibió pasar a
menos de que nos quedáramos a escuchar la misa en portugués, así que solamente la admiramos de fuera y seguimos caminando.
En la foto de la derecha se ven algunos de los casinos, esta zona es más parecida a Las Vegas que a alguna ciudad de Asia. La mayoría de la gente que viene de Hong Kong se queda a dormir para aprovechar ver algún espectáculo y visitar los casinos.
Con el calor, se nos antojó un Bubble Tea (té frío con leche que tiene en el fondo unas bolas de taipoca del tamaño de una canica pequeña) pero no encontrábamos dónde los vendían hasta que vimos a una chica con su vaso y le preguntamos dónde lo había comprado.
Andrea, Ana Pau y Nico pidieron de chocolate y Santi el té tradicional, pero estaba la opción de Red Bean with Mocha Green Milk Tea, es decir, té verde preparado con leche a los que le agregan frijoles.
Lo malo es que no nos acordamos de ese amor por tomar los frijoles dulces en bebidas una semana después, cuando fuimos a Cheung Chau (véase la nota anterior)
Los letreros en esta ciudad no sólo están escritos en chino e inglés, sino tambien en portugués ya que colonia portuguesa durante muchos años.
Esta calle peatonal de Macao está decorada con farolitos, al igual que muchos otros lugares y restaurantes, ya que en China entre septiembre y octubre se festeja el Mid-Autumn Festival donde la luna y la luz juegan un papel muy importante
Para llegar primero tomamos nuestro transbordador al muelle central, luego nos echamos una caminata de 30 minutos para finalmente estar sentados casi una hora antes de abordar el siguiente Ferry. Los asientos los asignan como hace muchos años en los aviones: llegas con tu boleto, te preguntan si quieres pasillo o ventanilla y toman una pequeña calcomanía que pegan en tu boleto marcando tu asiento.
Ya instalados en nuestros lugares, Andrea exclamó: "¡Estos asientos están más cómodos que los de Spring Air! " (la línea aérea que en que vinieron de Shanghai a Hong Kong)
Aprovechando lo cómodo de nuestros lugares, dormimos una siesta durante la travesía para despertar llegando a Macao muertos de hambre. Saliendo a la calle estaban edecanes de todos los casinos promocionando las apuestas pero nosotros tomamos nuestro camioncito al centro para turistear un poco.
Se nos antojaba comida portuguesa y tuvimos la buena suerte de caer en un restaurante delicioso. Lo que nos cuesta un
poco de trabajo es que casi todos los locales son cerrados, con poca vista, lo que contrasta mucho con los restaurantes de Cuernavaca que si no tienen una terracita, cuentan con un poco de jardín o por lo menos con enormes ventanales abiertos a la vegetación.
Ya con la pancita llena y el corazón contento nos fuimos a callejonear por el centro, admirando los edificios coloniales que quedan en Macao.
Cuando quisimos entrar a la catedral para conocer, un policía nos prohibió pasar a
menos de que nos quedáramos a escuchar la misa en portugués, así que solamente la admiramos de fuera y seguimos caminando.
En la foto de la derecha se ven algunos de los casinos, esta zona es más parecida a Las Vegas que a alguna ciudad de Asia. La mayoría de la gente que viene de Hong Kong se queda a dormir para aprovechar ver algún espectáculo y visitar los casinos.
Con el calor, se nos antojó un Bubble Tea (té frío con leche que tiene en el fondo unas bolas de taipoca del tamaño de una canica pequeña) pero no encontrábamos dónde los vendían hasta que vimos a una chica con su vaso y le preguntamos dónde lo había comprado.
Andrea, Ana Pau y Nico pidieron de chocolate y Santi el té tradicional, pero estaba la opción de Red Bean with Mocha Green Milk Tea, es decir, té verde preparado con leche a los que le agregan frijoles.
Lo malo es que no nos acordamos de ese amor por tomar los frijoles dulces en bebidas una semana después, cuando fuimos a Cheung Chau (véase la nota anterior)
Los letreros en esta ciudad no sólo están escritos en chino e inglés, sino tambien en portugués ya que colonia portuguesa durante muchos años.
Esta calle peatonal de Macao está decorada con farolitos, al igual que muchos otros lugares y restaurantes, ya que en China entre septiembre y octubre se festeja el Mid-Autumn Festival donde la luna y la luz juegan un papel muy importante
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