Y se va vaciando el nido...
Al final de cada verano las golondrinas que anidan en los aleros de las casas de Cuernavaca dejan vacíos sus nidos y parten para otras tierras, quedando los jardines y terrazas en silencio.
Del mismo modo, poco a poco este hogar se va haciendo más pequeño, con los hijos comenzando la vida adulta y partiendo hacia nuevas aventuras lejos de Hong Kong.
A principios de junio despedimos a la segunda, Andrea, quien para estas fechas ha comenzado su formación como partera. Antes de que se fuera anduvimos bastante ocupadas consiguiendo toodo lo que necesitaba: estetoscopios (tamaño normal y para bebés), uniformes, libros de texto -bueno, más bien paracen ladrillos-, un ultrasonido portátil para monitorear el ritmo cardiaco del bebé y un montón de cosillas más.
La última noche, eligió para su despedida ir a cenar al "Korean BBQ", un restaurante coreano, como bien los dice su nombre. Lo diferente del lugar es que al centro de la mesa hay una parrilla para cocinar lo que ha uno elegido del buffet. Durante una hora y media puedes comer todo lo que quieras. Y sí, en los dos restaurantes que he ido donde sirven buffet te limitan el tiempo; nada de quedarse toda la tarde o noche comiendo sin parar.
Aún así comimos demasiado, había desde alitas de pollo hasta calamares, pasando por carne de res, cordero y cerdo, camarones, salchichas, pimientos, cebollas, diferentes tipos de hongos...
A un lado de los platos fuertes había una barra de ensaladas, del otro lado una mesa con postres, un poco más allá una charola inmensa con sushi. Para casi todos los gustos se podía encontrar algo sabroso.
Queda registrado como un lugar para ir en ocasiones especiales, sin haber desayunado ni comido ; )
A la mañana siguiente fuimos todos al aeropuerto a despedirla; ni importa cuánto haya viajado yo, siempre me queda el nervio de revisar todo dos y tres veces: pasporte, cartera, maleta, teléfono (imprescindible ahora que son boletos electrónicos y no de papel). Andrea había planeado llevarse dos maletas, pagando la segunda, pero resulta que en Philippine Airlines no la cobran por pieza sino ¡por kilo! o bueno es que ya teníamos el plan B: mandar el contenido de la segunda maleta por correo.
Después de muchos abrazos, sonrisas un poco forzadas y cero lágrimas (récord para mí que lloro con cualquier cosa), vimos cómo Andrea pasaba seguridad, lista para la nueva aventura de convertirse en partera.
Del mismo modo, poco a poco este hogar se va haciendo más pequeño, con los hijos comenzando la vida adulta y partiendo hacia nuevas aventuras lejos de Hong Kong.
¡Fiu fiuu! |
A principios de junio despedimos a la segunda, Andrea, quien para estas fechas ha comenzado su formación como partera. Antes de que se fuera anduvimos bastante ocupadas consiguiendo toodo lo que necesitaba: estetoscopios (tamaño normal y para bebés), uniformes, libros de texto -bueno, más bien paracen ladrillos-, un ultrasonido portátil para monitorear el ritmo cardiaco del bebé y un montón de cosillas más.
Elegante para las consultas prenatales. |
La última noche, eligió para su despedida ir a cenar al "Korean BBQ", un restaurante coreano, como bien los dice su nombre. Lo diferente del lugar es que al centro de la mesa hay una parrilla para cocinar lo que ha uno elegido del buffet. Durante una hora y media puedes comer todo lo que quieras. Y sí, en los dos restaurantes que he ido donde sirven buffet te limitan el tiempo; nada de quedarse toda la tarde o noche comiendo sin parar.
Aún así comimos demasiado, había desde alitas de pollo hasta calamares, pasando por carne de res, cordero y cerdo, camarones, salchichas, pimientos, cebollas, diferentes tipos de hongos...
A un lado de los platos fuertes había una barra de ensaladas, del otro lado una mesa con postres, un poco más allá una charola inmensa con sushi. Para casi todos los gustos se podía encontrar algo sabroso.
Queda registrado como un lugar para ir en ocasiones especiales, sin haber desayunado ni comido ; )
A la mañana siguiente fuimos todos al aeropuerto a despedirla; ni importa cuánto haya viajado yo, siempre me queda el nervio de revisar todo dos y tres veces: pasporte, cartera, maleta, teléfono (imprescindible ahora que son boletos electrónicos y no de papel). Andrea había planeado llevarse dos maletas, pagando la segunda, pero resulta que en Philippine Airlines no la cobran por pieza sino ¡por kilo! o bueno es que ya teníamos el plan B: mandar el contenido de la segunda maleta por correo.
Después de muchos abrazos, sonrisas un poco forzadas y cero lágrimas (récord para mí que lloro con cualquier cosa), vimos cómo Andrea pasaba seguridad, lista para la nueva aventura de convertirse en partera.
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