Esta entrada está dedicada a mis dos hijos, compañeros inseparables cuando no se están tratando de matar el uno al otro, jaja.
Cumplen años con exactamente un mes de diferencia y al mayor lo festejamos en dos ocasiones. Primero el día de su cumpleaños, cuando desayunó Rüeblitorte, pastel de zanahoria estilo suizo y que no se parece mucho al típico carrot cake estadounidense ya que lleva almendra molida, mucha zanahoria y solamente un suspiro de harina.
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Preparando el pastel de cumpleaños del mayor: Rüeblitorte (pastel de zanahoria y almendra estilo suizo) |
Como el cumpleaños cayó en domingo, por la mañana fuimos a misa y después pasamos al museo de la Hong Kong University para ver una muestra de manuscritos medievales
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¡Estas son las mañaniitaas...! |
iluminados. Están impresionantes, sobre todo por lo detallados que están y por el hecho de que las páginas son más pequeñas que nuestros libros actuales. Esta exposición nos llamó la atención porque Santiago aprendió caligrafía hace algunos años; era uno de los cursos optativos que se ofrecían en la escuela (¡Muchas gracias, Javier Martínez Parente!) y descubrió que tiene habilidad para transformar un texto en una pequeña obra de arte, aunque todavía no alcanza el nivel de estos monjes medievales.
Luego fuimos a comer a un restaurante que se llama Zentro y se encuentra en Tung Chung; las hamburguesas y la pasta que pedimos estuvieron muy buenas y además le regalaron su rebanada de pastel con todo y velita.
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Para que tengan una idea del tamaño del manuscrito. |
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Mis tres hombres. |
Una semana después cubrimos la segunda parte del festejo: con Marissa y sus hijos María José y Santiago fuimos primero a comer noodles in soup, que es un buen caldo de carne con fideos de arroz a la que añaden la carne que uno elija.
Ya con la pancita llena fuimos a Rize, que es un salón enorme lleno de trampolines para que chicos y adultos salten a gusto, se echen maromas en el aire y traten de contrarrestar la gravedad aunque sea por unos segundos.
Marissa y yo nos quedamos muy sentaditas en un sofá viendo a los chavos volar por los aires y "caminar" por las paredes. La verdad sí se me antojaba entrarle a los brincos pero había yo comido demasiado como para participar en una actividad tan movida. Tendré que regresar.
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La recepción del local donde iban a estar brincando de u lado a otro. |
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Felices después de una buena hora de brincoloteo. Atrás de los chavos está la zona de trampolines. |
Al más pequeño de mis pillos le tocó festejar su cumpleaños en Taclobán, mientras estaba de viaje de misiones con el grupo juvenil de la iglesia.
Previendo esto, le pedimos a Brenna, líder del grupo, si podía organizar una cena especial para todos y un pastel para festejarlo. ¡Y vaya que lo hizo! Compraron un lechón asado del que no sobraron mas que los huesitos y un pastel de chocolate super empalagoso (de acuerdo con el reporte de los chavos).
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Durante el viaje los dividieron en dos equipos: a los más fuertes les asignaron tirar algunas paredes de casa viejas o sea que les tocó a los chavos mayores, entre ellos mis hijos. Lo que ven en la foto era parte de la cocina de una casa afectada por el huracán Yolanda y que fue abandonada por el fuerte daño que presentaba.
El otro grupo estuvo ayudando a construir casas, levantado paredes y excavando el espacio para la construcción de una fosa séptica.
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En sus marcas... listos... ¡fuera! |
Y para cerrar el viaje y los festejos con broche de oro: una sesión inicial para sacar el certificado PADI para bucear. En alguna de las entradas anteriores está el reporte que hicieron los chavos de ese día.
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