De los vecinos
En una de las entradas anteriores mencioné los subdivided flats, departamentos que se subdividen hasta dejar espacios mínimos para los inquilinos.
Pero esto no sólo sucede en edificios y unidades habitacionales, sino también aquí en el pueblo. Por la ubicación que tiene, es ideal para alojar a los trabajadores de la construcción empleados en dos de las mayores obras de Hong Kong: la tercera pista del aeropuerto, y el puente/túnel que va a unir Hong Kong con Zuhai (en China) y Macao.
La mayor parte de estos trabajadores, desde albañiles hasta ingenieros, provienen de China continental, así que su vida básicamente se reduce a trabajar, descansar un rato al final de la jornada, y seguir trabajando.
Justo detrás de nuestra casa, hace poco terminaron de construir otras casas que tienen un diseño bastante inusual. Cada piso tiene una superficie de unos 35 m2, dividida en tres recámaras y dos baños, sin cocina. En cada piso duerme -porque no me atrevería decir que vive- una cantidad impresionante de trabajadores, suponemos que unos ocho a diez.
La "cocina" está al aire libre, en el patio de la casa que se encuentra en la parte de atrás, y los albañiles se sientan en bancos de plástico, como los usan en los puestos de quesadillas en México, para comer.
Al principio era bastante irritante, ya que recogen a los trabajadores temprano para llevarlos a la obra, y si faltaba alguno, se les hacía muy fácil pegar de gritos desde el estacionamiento llamándolo.
Supongo que no fuimos los únicos en quejarnos, y ha mejorado mucho. Aunque nos acaba de pasar que alguno de los ingenieros llegó como a la una de la mañana sin llaves de la casa. Por lo visto no hay timbre, así que estuvo golpeando la puerta y llamando hasta que alguien le abrió, y después se quedaron platicando un buen rato afuera de la casa.
Por las noches, cuando los trabajadores regresan de un largo día en la obra, se sientan en los balcones que comparten con la ropa puesta a secar para tomar el fresco. Algunos platican entre ellos, otros se desconectan del mundo y se sumergen en su teléfono inteligente, y en una ocasión -que desgraciadamente no se ha repetido- uno de ellos sacó una flauta y estuvo un buen rato deleitándonos con su música.
Pero esto no sólo sucede en edificios y unidades habitacionales, sino también aquí en el pueblo. Por la ubicación que tiene, es ideal para alojar a los trabajadores de la construcción empleados en dos de las mayores obras de Hong Kong: la tercera pista del aeropuerto, y el puente/túnel que va a unir Hong Kong con Zuhai (en China) y Macao.
La mayor parte de estos trabajadores, desde albañiles hasta ingenieros, provienen de China continental, así que su vida básicamente se reduce a trabajar, descansar un rato al final de la jornada, y seguir trabajando.
Justo detrás de nuestra casa, hace poco terminaron de construir otras casas que tienen un diseño bastante inusual. Cada piso tiene una superficie de unos 35 m2, dividida en tres recámaras y dos baños, sin cocina. En cada piso duerme -porque no me atrevería decir que vive- una cantidad impresionante de trabajadores, suponemos que unos ocho a diez.
La "cocina" está al aire libre, en el patio de la casa que se encuentra en la parte de atrás, y los albañiles se sientan en bancos de plástico, como los usan en los puestos de quesadillas en México, para comer.
Al principio era bastante irritante, ya que recogen a los trabajadores temprano para llevarlos a la obra, y si faltaba alguno, se les hacía muy fácil pegar de gritos desde el estacionamiento llamándolo.
Supongo que no fuimos los únicos en quejarnos, y ha mejorado mucho. Aunque nos acaba de pasar que alguno de los ingenieros llegó como a la una de la mañana sin llaves de la casa. Por lo visto no hay timbre, así que estuvo golpeando la puerta y llamando hasta que alguien le abrió, y después se quedaron platicando un buen rato afuera de la casa.
Por las noches, cuando los trabajadores regresan de un largo día en la obra, se sientan en los balcones que comparten con la ropa puesta a secar para tomar el fresco. Algunos platican entre ellos, otros se desconectan del mundo y se sumergen en su teléfono inteligente, y en una ocasión -que desgraciadamente no se ha repetido- uno de ellos sacó una flauta y estuvo un buen rato deleitándonos con su música.
Con la cantidad de ropa secando en los balcones se pueden dar una idea de la cantidad de trabajadores alojados en cada departamento. |
¡Lástima que no se haya repetido! |
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