Algunas metidas de pata...
Algunos de ustedes ya conocen esta anéctoda que sucedió como a los dos meses que llegamos a Hong Kong:
Ahí estaba yo un viernes, muy concentrada arreglando papeles, organizando lo que necesitábamos y tirando todo lo demás, como las dos mil circulares de la escuela, para llevarlo al reciclaje.
Total, al final del día, muy satisfecha por haber reducido el montón de papeles repartidos por toda la casa, me llevé el reciclaje a los botes correspondientes que están como a 100 metros de la casa.
El lunes por la mañana me pregunta Ulises:
--¿Has visto las facturas del correo? Necesito llevarlas a la empresa para que nos reembolsen esos gastos de la mudanza a Hong Kong.
¡Ups! El estómago me dio un vuelco: por ahí como que recordaba haberlas visto en el montón de reciclaje... Con pocas esperanzas me lancé hacia los contenedores y empecé a sacar toooodo el papel, cartón, periódico, cajas de cereal del bote, para risa y diversión de cuanto chino pasaba por ahí. ¡Una gweilo pepenando la basura!
Pero valió la pena: hasta el fondo (¡obviamente!) estaban las facturas, que al rato ya estaban bien guardaditas en el portafolio de Ulises.
La siguiente fue apenas en noviembre. En la YMCA los sábados por la mañana dan tutoriales de matemáticas y chino para los chicos que tienen dificultades con estas materias y Andrea y Santiago tomaron chino de enero a julio del año pasado. Por ser el primer año que estamos en Hong Kong, el gobierno subsidia estos cursos y la escuela nos reembolsó lo que habíamos pagado por el semestre a finales de octubre.
Cuando llegó la carta con los cheques, Ulises fue quien la abrió y me comentó que ya habían devuelto el dinero. Pues ahí anduvo el sobre dando vueltas por la casa, hasta que me puse a recoger (qué raro, ¿no?). Por parte de la esuela recibimos muchísimos papeles: los menús para el lunch de los chicos, las circulares para cursos optativos, campamentos, exámenes, yo que sé...
Total, tomé el sobre, asumiendo que Ulises ya había sacado los cheques para depositarlos, lo revisé rápidamente y lo tiré. Pero esta vez nos tardamos más de una semana en darnos cuenta de que yo había tirado el sobre con todo y los cheques dentro, así que nada de ir a rescatarlos.
Me tardé como un mes para armarme de suficiente valor para hablar a la escuela y confesar mi estupidez, finalmente me explicaron que necesitaba yo escribir una carta solicitando que se cancelaran los cheques y se expidieran nuevos, haciéndome responsable por las comisiones que cobra el banco en estos casos.
La semana pasada recibí un correo del departamento de contabilidad de la escuela que me dio muchísimo gusto:
Resulta que los cheques eran de finales de agosto, así que si esperamos hasta principíos de marzo, la escuela puede expedir cheques nuevos sin tener que cancelar los anteriores ya que solamente son válidos por seis meses.
Ahora sí cuando reciba mi carta, al día siguiente me paro en el banco y deposito los cheques.
Ahí estaba yo un viernes, muy concentrada arreglando papeles, organizando lo que necesitábamos y tirando todo lo demás, como las dos mil circulares de la escuela, para llevarlo al reciclaje.
Total, al final del día, muy satisfecha por haber reducido el montón de papeles repartidos por toda la casa, me llevé el reciclaje a los botes correspondientes que están como a 100 metros de la casa.
El lunes por la mañana me pregunta Ulises:
--¿Has visto las facturas del correo? Necesito llevarlas a la empresa para que nos reembolsen esos gastos de la mudanza a Hong Kong.
¡Ups! El estómago me dio un vuelco: por ahí como que recordaba haberlas visto en el montón de reciclaje... Con pocas esperanzas me lancé hacia los contenedores y empecé a sacar toooodo el papel, cartón, periódico, cajas de cereal del bote, para risa y diversión de cuanto chino pasaba por ahí. ¡Una gweilo pepenando la basura!
Pero valió la pena: hasta el fondo (¡obviamente!) estaban las facturas, que al rato ya estaban bien guardaditas en el portafolio de Ulises.
La siguiente fue apenas en noviembre. En la YMCA los sábados por la mañana dan tutoriales de matemáticas y chino para los chicos que tienen dificultades con estas materias y Andrea y Santiago tomaron chino de enero a julio del año pasado. Por ser el primer año que estamos en Hong Kong, el gobierno subsidia estos cursos y la escuela nos reembolsó lo que habíamos pagado por el semestre a finales de octubre.
Cuando llegó la carta con los cheques, Ulises fue quien la abrió y me comentó que ya habían devuelto el dinero. Pues ahí anduvo el sobre dando vueltas por la casa, hasta que me puse a recoger (qué raro, ¿no?). Por parte de la esuela recibimos muchísimos papeles: los menús para el lunch de los chicos, las circulares para cursos optativos, campamentos, exámenes, yo que sé...
Total, tomé el sobre, asumiendo que Ulises ya había sacado los cheques para depositarlos, lo revisé rápidamente y lo tiré. Pero esta vez nos tardamos más de una semana en darnos cuenta de que yo había tirado el sobre con todo y los cheques dentro, así que nada de ir a rescatarlos.
Me tardé como un mes para armarme de suficiente valor para hablar a la escuela y confesar mi estupidez, finalmente me explicaron que necesitaba yo escribir una carta solicitando que se cancelaran los cheques y se expidieran nuevos, haciéndome responsable por las comisiones que cobra el banco en estos casos.
La semana pasada recibí un correo del departamento de contabilidad de la escuela que me dio muchísimo gusto:
Resulta que los cheques eran de finales de agosto, así que si esperamos hasta principíos de marzo, la escuela puede expedir cheques nuevos sin tener que cancelar los anteriores ya que solamente son válidos por seis meses.
Ahora sí cuando reciba mi carta, al día siguiente me paro en el banco y deposito los cheques.
Anécdotas que ahora son divertidas pero en ese momento ni de chiste lo son! Que bueno que en ambas ocasiones pudieron recuperar las facturas y los cheques!! A todos nos pasa!! Saludos!
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